miércoles, 1 de febrero de 2012

ESPIRITUALMENTE INTELIGENTES



                  

En el humano inteligente y espiritual, y puesta sobre todas las criaturas, la obediencia es una virtud que proviene de la humildad ante Dios y el conocimiento de la distancia que hay entre el Creador y la criatura. Entonces comprenderemos la bondad de Dios, y la conveniencia de obedecer para nuestro bien y armónica dirección.

De la misma manera que nos fue imputada y aplicada la falta y desobediencia de Adán, nos fue imputada la justicia de Cristo en un alarde de amor inefable. Es por ello que sin desechar la parte que nos corresponde de responsabilidad, creo fielmente que: El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32)

Apenas pueden los más significados y fervientes  ante Dios rumiar bien el significado de este aserto, ¿Cuánto más lejos estamos nosotros (más torpes espiritualmente) de captar en toda su sublime realidad esta promesa? Siempre pienso que si captáramos en una mediana intensidad estas palabras,  la vida en esta tierra donde ponemos nuestros pies sería diametralmente distinta de lo que hoy vemos.

 Como dije en otra ocasión, ahora expongo una frase creo que de Tozer: “Algún día alguien leerá estas palabras, las creerá y las pondrá por obra; y entonces todos nosotros nos sentiremos muy incómodos”. Nosotros ni siquiera podemos percibirlas en toda su plenitud -salvo excepciones- por causa de nuestra flaqueza),

¿Como me va a desechar mi Padre, si le amo con todo mi corazón? Yo estaré en Cristo y como dijo Él mismo: Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.(Lucas 12:7) ¡Ese es mi Padre eterno! Cuando escribo esto, se me llena el alma de gozo indescriptible. ¡Gracias Señor, por tu misericordia, tu bondad y tu amor!

Hoy quiero insistir sobre lo que parece ser tenido en poco por los mismos que nos llamamos cristianos. Algunos me dicen que abuso de las citas bíblicas, pero es que ellas expresan mejor que nadie la intensidad de la Revelación de Dios: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8) Siendo aún pecadores el Padre entrega al hijo para salvación de todos los hombres. ¿Quién puede comprender tanto amor y tanta misericordia?

Y termino con un canto bíblico de los adoradores

Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 5:13)




NO CONOCEMOS BIEN A DIOS


Siempre he oído la frase muy cierta de que “Dios es bueno…pero es justo” y me ha parecido que chirriaba a mis oídos. La idea que yo tengo de Dios aparte de la que me ofrece la Biblia y los Padres de la Iglesia con San Agustín (Agustín de Hipona para otros) sobre todo; es bastante parecida pero me gusta acariciarla, cuando contemplo intensamente la inmensidad de Dios y la pequeñez de mi persona.

Se trata de: “Dios es justo… pero es bueno”. Sé que estoy diciendo lo mismo, aunque esta última frase me parece más ajustada a la persona de mi Padre celestial, y autor de toda vida y de todo lo Creado. Me gusta pensar en un Señor misericordioso que hace llover sobre buenos y malos (Mateo 5:45) y que hace misericordia a raudales incontables.

El concepto de Dios como alguien malhumorado, y severo inquisidor, la verdad es que no me gusta nada, nada. Me gusta más la idea de una inteligencia buena, maravillosa, que de vez en cuando nos da la lata para que aprendamos a contener nuestras tendencias desviadas de su dirección y de su amor. Si Él nos ama tanto ¿porqué nosotros no le amamos a Él.

No concibo a Dios, Padre  de todos, Creador de todos, que descarte a unos pocos (o muchos) porque sus hormonas, o su carácter, (tal vez formado por incidencias de la vida nada favorables), haciendo pagar caro, lo que la incapacidad natural les hace fallar a sus criaturas. Para eso es el Juicio.

¿Estoy dejando de lado el infierno? De ninguna manera. La libertad dada por Dios al hombre hace este elegir su inclinación, y a pesar de que Adán tuvo esa libertad en medio del mayor bien imaginable por los humanos, falló. Hizo mal uso de su libertad y la obediencia no prevaleció.

No creo decir ninguna tontería, si expongo claramente que todos los humanos estamos contaminados de esa libertad, y de esas inclinaciones heredadas; tal como se hereda un ADN, un marquesado o un defecto físico o psíquico. La situación del mundo desde que funciona la historia, es testigo vociferante del estado de pecado y corrupción del humano.