sábado, 21 de enero de 2012

A UN AMIGO IRRELIGIOSO.


Amigo irreligioso (usted lo dice): Se nota que es usted conocedor de los asuntos espirituales. Tengo que darle la razón, casi de forma entusiasta. Lo que yo escribo ya está escrito, en más de cien mil páginas de Internet. Y usted me espeta -desde su percepción-. ¿Para que escribe usted y para quien? Y efectivamente mirado desde su perspectiva del mundo, lo que hago es algo que ya está más que molido.

Pero hay un ingrediente que usted pasa por alto y es el de la pasión por las cosas del Reino de Dios. Me siento ligado a todos los que -desde su visión- adoran a Dios, y retienen el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12:17). Sí, es cierto que hay mucho fanático de las formas, de sus propios pensamientos, y eso no se lo voy a reconvenir.

Lo que ocurre en mi caso, es que soy muy libre de exponer lo que creo; con ello no deseo ofender a nadie y menos aun, caer en lo que dice La Escritura “ir más allá de lo que está escrito”. (1ª Corintios 4:6). Simplemente me opongo a todo tipo de vasallaje espiritual, que no sea el de Jesucristo.

Sus siervos y sus oficiales, son dignos de respeto (como toda persona), aun equivocados porque las intenciones del corazón son asunto de Dios, y no es cuestión de oponerse a Él, o tratar de superar sus propósitos. Es el dueño de todo lo que creó, y así actúa con un propósito que nadie conoce bien, pero que en las palabras y hechos de Jesucristo podemos palpar y entender un poco mejor, según nuestro torpe juicio.

Es por eso que a pesar de lo que muchos discrepan, y usan de palabras y actos despreciativos a otros, aprecio a todo el que está enlazado por Cristo, y merece que se tenga una consideración a lo que de valor tiene el amor a Dios, y el respeto a las palabras y hechos de Jesús. Los errores son errores de ellos, y Dios sabrá sacar el trigo de la paja.

Conozco a muchos que desde su visión de lo espiritual, son pelagianos, arminianos, semipelagianos, calvinistas en la práctica, nestorianos, socinianos,  y hasta arrianos, etc. El espíritu de Asís, con todas las pegas que se le pueden poner, es un espíritu sano, y si lo es menos es debido, a mi parecer, a la influencia humana. Es muy difícil desprenderse de certezas repetidas y arraigadas por siglos.

Si se consigue solo, ser uno en el amor a Jesucristo, y se respeta la idiosincrasia de cada cual y su buena fe, el diálogo ya se puede producir -aunque cada uno conserve lo que en el acervo espiritual, es ya algo impreso en su espíritu- y el respeto cristiano de unos y otros por los demás, sea el principio de un ejemplo de amor y del seguimiento por todos de las instrucciones de Jesús.

Termino con un pequeño pasaje definitivo: Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. (1ª Juan 3:23) Es el amor el ingrediente imprescindible. Lo que es lo sabe Dios y hasta Jesús cuando le dijeron que les señalase el fin de los tiempos solo dijo: Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. (Marcos 13:32)