sábado, 10 de diciembre de 2011

POLITICA DESNATURALIZADA Y CORRUPTA.


Hablar hoy de política sin saber nada más que lo que vemos en la calle o en los hogares es de una temeridad terrible. Yo voy a decir lo que siento y que Dios reparta suertes. La clase política se ha constituido como ya denunciaba Milovan Jilas en una nueva clase, ávida de grandezas. Una nueva aristocracia arrojada sobre sus prebendas, y ciegamente ávida por disfrutar del dinero público.

Pero nadie dice nada porque como son todos, ni los seguidores de unos y otros dicen nada, porque les parece muy bien que se inflen "los suyos". Es un pueblo despojado de valores, no digo ya cristianos, sino los que de siempre han sido respetados y encumbrados. La honestidad, la honradez, la formalidad y claridad, y el cumplimiento de la palabra dada.

 Utilizando descaradamente los privilegios que les concede la gobernación y convirtiéndolos en un privilegio personal, cada cual se aplica a disfrutar de su situación de la manera que les venga a ellos bien. Una nueva aristocracia se ha generado como si ya no estuviéramos hasta el gorro de aristocracia hereditaria.

Queremos la verdadera aristocracia que es la del mérito y el trabajo, la de la verdadera solidaridad, y no el cuento que tenemos de subvenciones para cualquier porquería que un amigo pida a los influyentes políticos. Es cierto el chascarrillo que decía en una reunión de políticos “ahora que hemos decidido subirnos el sueldo un 30% digamos todos a la vez ¡yuuuupppi!” Para eso si están todos en unanimidad

Ninguno de ellos se despoja de sus influencias, y se dedica a servir  fielmente al Estado que les paga y que les da tales privilegios. Todos hablan de austeridad, reglamentar los beneficios de cada cual, pero ninguno es capaz de decir que se rebaja un 30% en época de crisis. No saben hacer lo recto, dice Yahvé, atesorando rapiña y despojo en sus palacios. (Amos 3:10)

Pienso que los políticos deben ganar sin duda para que se puedan dedicar a resolver problemas que nunca faltan en los países sean de una clase o de otra. De otra forma tendríamos que sufrir una clase política como la que estamos sufriendo, que lleva el país a la ruina, aduciendo como coartada la crisis europea, para tapar los derroches y las arbitrariedades que cometen.

Esta dichosa crisis, que en España ha coincidido con una crisis mundial, por casi las mismas causas en todos, que creían estar viviendo en una Jauja norteña, mientras las gentes del sur mueren como conejos con mixomatosis. Eso está bien, como se decía en la película del Padrino: “los negros como no tienen alma pues si mueren, ¡que mueran”. Y los indios, y los demás que no son los opulentos blancos. Y nos enfadamos si protestan o se rebelan.

Y así se ha montado una infecta aristocracia, o como la llamaba Papini “coprocracia”, que hace tantas burradas, atropellos, y desafueros absurdos, e injusticias de tal magnitud y descaro, que ya la gente no se mueve ni se estremece con ellas, sino que les sirven de diversión o de poder criticar al bando contrario de donde pertenecen ellos. ¡No passsa nada!

Y este es el pueblo que un día como dice Quintana e poeta tedió a todos los vientos sus velas y “todo el mar Atlántico se hallaba sembrado de su gloria y su fortuna”. Ahora es una caterva de desaprensivos que sin moral ni valores, pretende detentar la razón cuando no se merece, sino lo que un pueblo inconsciente, ignorante y cretinizado, le puede dar en caso de darse malas las cosas.

Y padeceremos todos del mismo mal, porque cuando esa peste aprieta nadie está a salvo, nadie quiere a nadie, y nadie se responsabiliza, diciendo cuando piensa en su pecado ¿Qué he hecho? Desdichadamente nadie piensa en su pecado. ¡Lo hacen todos! ¡Supremo argumento!

¿AUTÓMATAS? ¡DE NINGUNA MANERA!




Digamos lo que digamos, es una realidad sangrante de que actuamos como autómatas. Las viñetas que dibujan unos muñecos que bailan dirigidos por hilos en una mano gigante que maneja los movimientos de todos es –y siento decirlo- una realidad experimental.

Y así se producen cientos de ideologías a cada cual más fantasiosa- cuando no perniciosa- que lleva a los hombres y mujeres a un abismo de ignorancia, y que solo estimulan los impulsos naturales de jóvenes y viejos, aunque en direcciones nada benéficos para la salud tanto del cuerpo como del alma.

De ahí las casi infinitas filosofías y criterios de cada persona; al tener mentes cerradas en una realidad circundante de ramplonería, acostumbran su paladar a esas estúpidas corrientes de “pensamiento” corto, miope, y desgarbado, para formar lo que hoy se llama “opinión pública”.

Para comprobar este aserto, solo hay que salir a la calle y evidenciar por una simple conversación los tasadísimos elementos intelectuales que componen la tasadísima cultura de las gentes, su pocas ganas de saber más, como no sean bagatelas y chismes, y su pensamiento derivado de lecturas o corrientes de opinión “boca a boca”.

Esta situación, se me puede decir que es repetitiva desde el principio de los tiempos, y que hombres con criterio y valores morales escasean, aunque en cierto modo estos últimos son los “catalizadores”, sin cuya presencia la humanidad caería más aun en extremos más bajos de cultura y de criterios.

La superstición y la búsqueda de perversiones es la tónica general, porque la estructura del ser humano es perversa por naturaleza, y las perversiones y los sueños que derriben a su gusto las convenciones sociales, son los únicos acicates que realmente los atraen.

Sentimientos como el altruismo, la   compasión, el respeto, son sentimientos instantáneos que se borran ante cualquier otro estímulo por muy débil que sea este. La ramplonería está tan extendida, que se palpa en cualquier ambiente, aunque este aparezca como una pátina de cultura o inquietud intelectual.

Hay que tener asumido que esto seguirá así, porque la elevación del ser humano a su prístina naturaleza, solo llega cuando el Espíritu de Dios entra a formar parte de una naturaleza nueva y el ser humano se transforme, tal como dice tan taxativamente la Escritura:

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.  Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. (Efesios 4: 22 al 26)

La renovación de la mente con principios y valores morales de esta especie, es la que hace hombres y mujeres “especiales”, filántropos, y por el premio esperado (sí, por el premio), hacen sus cosas teniendo en cuenta las orientaciones tan claras y elementales de la Escritura Cristiana. Ama al prójimo, como a ti mismo (Marcos 12:30)  Casi todo lo que quería Jesús, era prácticamente esto.

Es algo elemental, y no hay que devanarse los sesos preguntando a cada paso lo que es bueno y lo que es malo. Simplemente, ama a Dios y al prójimo y siempre acertarás, aunque falsamente parezca como error. Lo que te clasifica es el móvil de tus acciones, y no los resultados, que ya van entremezclados con el proyecto de Dios. Eso ya no es cosa tuya.