miércoles, 4 de septiembre de 2013

ARMONÍA ENTRE HERMANOS




Es un gran dolor que todos los grupos, iglesias, sectas estén enemistados entre sí teniendo todos el mismo Señor. Está bien ser fiel a los propios pensamientos y conciencias, pero eso no capacita para criticar otras formas de adoración, más o menos rústica, pero sinceras y sentidas. Creo que lo que hacen los  lefebvrianos es pasarse en los calificativos y en el desprecio y hasta odio hacia la obra de Asís. Son cismáticos, y es un misterio hasta donde llegarán.

Hay quien se ríe de las figuras, estatuas de santos o crucifijos. Hay quien es capaz de matar por que estos sean el objeto de adoración, y todos creen que matar en el nombre de Dios es lo que Dios quiere. Curiosa manera de adoración y reconocimiento de la inmensa sabiduría y justicia de Dios. Tenemos al Cristo que nos ha revelado su voluntad ¿Qué más necesitamos para hacerla?

El cristiano sabe que su vida es un pasar, y se apresura a hacer todo lo posible para ser coadjutor de la obra de Dios. San Pablo habla de esto, y es firme en su enseñanza a todas las iglesias primitivas por las que pasaba o establecía y escribía: la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.-1ª Corintios 3:13.-

Debemos dejar que Dios se ocupe de las vicisitudes de los demás y tratar por todos los medios lícitos, de ayudar y comprender el punto de vista de los demás. Donde estén dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Tratar a otros de forma despectiva porque no profesan la propia fe, o los métodos de uno, es imitar a muchos que, no solo desprecian, sino que perjudican gravemente a los demás que no acepten sus premisas sobre la vida y la muerte, la adoración y hasta la oración. Y lo hacen en el Nombre de Dios.

El cristiano en su convicción de que le espera una vida infinitamente mejor no cae en vanidades que solo llevan a la perdición. No ha de ser chismoso, comprender los puntos de vista de los demás, aunque sostenga brava y pacíficamente la Verdad. Estimular cualquier capacidad que promueva la paz entre los hombres, y no tratar de imponer la verdad relativa propia.

Asís y el respeto mutuo, son un claro ejemplo de lo que a mí me encantaría que sucediese en todo el mundo. Somos como hormiguitas en un inmenso Universo y cada cual se atribuye a sí mismo un papel que no le corresponde. Dejemos a Dios que haga su obra, y no tratemos de interferir en ella. Es una inmensa estupidez y hacer la obra de Dios por nuestras manos como si fuéramos alguien.

Todo está previsto, sobradamente conocido, y decidido desde lo que llamamos eternidad. Hagamos nosotros la proclamación de nuestra fe en las condiciones apropiadas, y dejemos que el Señor haga su obra a su propio aire, porque muchas veces hemos querido hacerla nosotros, con los resultados que conocemos por la historia y la actualidad.


A Dios no se le puede negar, lo llamemos como queramos. Él está ahí y nada de lo que hagamos unos seres creados, en un mundo minúsculo entre trillones de galaxias, podrá torcer lo que Él tiene previsto y conocido. Hagamos profesión de nuestra fe sin alharacas ni jactancia, y lo demás dejemos que lo aclare, el que juzga con perfecta justicia y misericordia. A Él sea el imperio por los siglos y al Cordero. Amén.