sábado, 29 de junio de 2013

LA SORPRENDENTE PERVERSIÓN HUMANA


                 
Mira, sólo esto he hallado:
que Dios hizo rectos a los hombres,
 pero ellos se buscaron muchas artimañas. 

 Hay veces en las que cuando nos dicen cualquier cosa o suceso decimos displicentes: yo ya no me sorprendo por nada. Pero hay casos que nos sorprenden y hasta que nos asustan. Esta foto tomada de Radio Cristiandad ilustra la posición ante los cultos y reuniones cristianas de cualquier clase.

No es cuestión de lo recto o lo torcido. Es cuestión como dice el refrancillo: o Don Juan o Juanillo: O este otro de: o calvo o con dos pelucas. La Iglesia ha de comportarse decorosamente sin hacer nada que estropee el concepto que tanta gente tiene de la seriedad y el valor social y espiritual del cristianismo.

Estas escena de clérigos protagonizando esta (no sé como calificarla; digamos parodia), desagrada a cualquiera que se quiera sujetar con más o menos disciplina o exactitud a lo que las normas eclesiales establecen con su muy meditado fundamento, más o menos discutible por muchos, pero establecido con la solemnidad y seriedad que se espera de cualquier acto que no sea un asunto de humor o de anarquía.

Y hay un protagonista principal ante el cual no se pueden hacer espectáculos, que más que edificar lo que hacen es llenar de vergüenza a los que prefieren una reunión, misa, o cualquier otro acto, con la seriedad que se ha de tener ante lo que los demás consideran un acto para Dios y, por tanto, digno de la mayor seriedad, solemnidad, gravedad, respeto, y reverencia.

Todo lo relativo a Dios (y pienso que es todo lo que hacemos), proviene de una adoración que no solo significa posturas o pensares piadosos, sino que en sus formas más visibles, deberían ser de una majestad y protocolos debidamente cuidados y realizados con la máxima unción y piedad verdadera.

Estas cosas pueden parecer como una concesión a los que piensan de otro modo, queriendo tal vez demostrar que nosotros, los cristianos, no nos arrugamos ante cualquier forma de protocolo y que somos capaces de “entrarle” a todo lo que sea una forma de culto más o menos aceptable.

Estas escenas, no creo que den a nadie sensación de que estamos ante una dignidad y sobriedad de la que es merecedor el Señor que compartimos, y que desobedecemos inventándonos ceremonias, formulas, y danzas que no me atrevo a calificar.

Lejos de mí, criticar cualquier modo de culto si es edificante, pero si ya tenemos una forma aceptada por todos de hacer las cosas delante de Dios, como la tenían por mandato divino los antiguos sacerdotes mosaicos ¿a qué buscarle complicaciones a lo que solemnemente ya se practica en La Iglesia de Dios?

AMDG.