miércoles, 22 de febrero de 2012

¿NO ME ES LÍCITO HACER LO QUE QUIERO CON LO MÍO?



¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?
¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?

Es desolador contemplar el estado de algunas de las congregaciones cristianas, con sus chismorreos y sus juicios sobre los demás; esta costumbre por demás mala, es corriente en ellas por lo que no hay posibilidad de que se pueda confesar unos a otros las faltas. Estas saldrían a la luz con seguridad, y además con un deje de superioridad, porque el que denuncia es (aparentemente) mejor que el otro.

El chismorreo es devastador para la fe de todos, especialmente para los cortos en la fe, y los que no dejan de ser niños por falta de entrenamiento o desidia de ellos mismos. La costumbre de envidiar cualquier puesto en la Iglesia, sentirse maltratado en ella o ver que otros son preferidos, es altamente perniciosa.

El que está en una Iglesia, está para servir y no para ser servido, como dijo Jesús a todos y por extensión a nosotros los que le queremos seguir. Si tiene otras aspiraciones porque se sienta mejor, o más inteligente, y hasta más diligente que otros, va errado. El ejemplo de Fray Escoba es aplicable aquí.

Estamos hablando y sintiendo cosas como vida eterna, Dios, Jesucristo, Salvación, y tantas otras cosas espirituales y nos dedicamos a hacer juicios de valor en casos en los cuales hasta no estamos suficientemente informados.

Tal como aquellos trabajadores que cobraron lo mismo que los que habían estado solo la mitad de la jornada trabajando: a estos le dijo el Señor: Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.

¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. (Mateo 20: 13 al 16 y concomitantes).

Si pensamos que la elección proviene de nuestra capacidad (por lo demás recibida) andamos muy equivocados. La elección proviene de Dios, y no de nuestras fatigosas puestas en escena de piadosos y de trabajadores por el Reino. Porque ¿realmente trabajamos por el Reino? ¿No es cierto que a veces creemos estar haciendo algo por nuestras habilidades, y eso nos lleva a creer también que somos o debemos ser preferidos?

Dios es tan abundantemente generoso, que da a quien lo merece más y a quien lo merece menos, le ama y le busca con denuedo, aunque al final haya trabajado la mitad del tiempo que el otro. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. (1ª Corintios 15:10).

Pablo el apóstol denodado e imparable, al final todo lo confiaba en La Gracia de Dios para con él. Y ya puestos a terminar, podemos decir algo que la Escritura dice magistralmente, para que todos los que trabajan denodadamente por la causa del Reino tengan también su parte de consuelo:

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
   
               Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1ª Corintios 3: 11, al 16)