sábado, 9 de marzo de 2013

ALABANZA CONFIADA 1ª PARTE





y dijo: Yahvé Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos,
 y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones?
¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?
    Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová,
Con sus niños y sus mujeres y sus hijos.
    … Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo
Todo Judá y los moradores de Jerusalén
Se postraron delante de Yahvé, y adoraron a Yahvé

 Tenemos por mala costumbre y peor actitud hacia Dios, el hábito de pedir sin dar gracias hasta que no consideramos que Dios ha hecho nuestra voluntad y se ha amoldado a nuestro capricho. Y es cierto que cuando alzamos la vista hacia Dios suele ser normalmente porque estamos en un gran apuro.

Y también es cierto que cuando se nos concede o no la petición lo metemos en el fondo más profundo de nuestra alma, hasta otra ocasión en la que volvamos otra vez a tener necesidad y no alcancen nuestras fuerzas. Bien, eso es propio de nuestra humana debilidad, que prevalece sobre las consideraciones que el Espíritu de Dios pone en el corazón del cristiano.

La vida de piedad es poco frecuente en la mayoría, que se limita a pedir solo cuando la necesidad apremia y la angustia aprietaEn la prosperidad el hombre se olvida de Dios porque se siente fuerte y arropado por amistades, dinero, posición laboral, o estado, que le permite ver el horizonte de su vida sin muchas nubes.

Ahí Dios no hace falta y nada tiene que hacer. Y lo dejamos olvidado. Decimos a veces: “no nos escucha”. ¿Le escuchamos nosotros a Él, que es más merecedor que nadie?

Pero llega el momento de la tribulación, que a nadie falta, y entonces sacamos del cajón nuestra ya muy debilitada piedad y acudimos al Señor. Eso está bien y así lo recomendó Jesús: Y yo os digo: pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11:9 y ss.).
                
En la situación de impotentes acudimos al Señor. Ya hemos dicho que es lo que él mismo mandó, pero si no recibimos nos enfadamos. Si recibimos bendición, la mayoría de las veces lo achacamos a que la situación no era tan mala como parecía, Si es enfermedad o trance, se dice que fue la estampita, el curandero o la echadora de cartas que ya lo vaticinó.

AMDG

ALABANZA CONFIADA (2ª PARTE)



 

Josafat, rey de Judá en Jerusalén, recibió aviso de que los sirios, los amonitas y toda una suerte de enemigos marchaban sobre Jerusalén para conquistarla y para despojarla. Lo primero que hizo Josafat, que era hombre piadoso en todo momento a pesar de algún error (como todo hombre) fue: tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Yahvé, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.  Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Yahvé Dios.  (2 Crónicas 20:3,4).

Ni un solo movimiento hizo, sino alzar los ojos al Cielo y pregonar ayuno. No se trataba de formar un ejército y lanzarse valientemente a luchar hasta morir. No lo hizo; eso es para otros que no tienen a Dios como escudo. El oró e hizo orar a todos los de Judá, para pedir ayuda al Dios del Cielo sabiendo que no había fuerza en ellos y que contaban con Dios para todo.

Clamaban todos, y el rey a la cabeza decía: !!Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. Sabia decisión y mejor ayuda. El no sabía que hacer.  En esos momentos es cuando el hombre, desnudo de poder, acude a Dios de verdad.

Dios no iba a permitir que un pueblo que había quitado las abominaciones de entre ellos fuera destruido y despojado. Josafat no arenga a sus huestes, sino que es el primero que reconoce que no tiene poder para librar a sus gentes.

Al rey le dice el profeta de Dios que sus oraciones han sido oídas y que serán atendidas. ¿Cómo? No lo saben, pero si Dios lo ha dicho es cierto y ya se siente librados. No confían en sus fuerzas ni en ningún otro poder para que les auxilie. Solamente en Dios.

Y así vino el profeta de Dios y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Yahvé os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.

No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Yahvé con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Yahvé estará con vosotros(2 Crónicas 20) Solo que confiéis, porque yo pelearé vuestros combates dentro y fuera.

AMDG


LA LEY.- POR ENCIMILLA


 

Podemos figurarnos todos lo que sería un mundo sin ley ni orden, en el que cada uno siguiera sus instintos. Podemos preguntarnos, como los discípulos de Bakunin, el anarquista ¿por qué Dios hizo el mundo así, y no trajo la paz perpetua y la alegría y salud para todos? La respuesta es obvia: la libertad. Dios trajo al hombre y le dio discernimiento para que, en su libertad, pudiera elegir y hacer lo que más conviniera a él y a los demás.

El fallo descrito en el Génesis nos dejó desamparados, sin libertad, y sin criterio. Hacemos o que nos parece bien según nuestros instintos o inclinaciones, y la enfermedad campa a pesar de que muchas de ellas son provocadas por nosotros mismos. El borracho echa la culpa al alcohol, cuando vemos que hay multitudes que ni siquiera beben alcohol, y otros la saben controlar más o menos. Y así, todo se puede trasladar a cualquier  cosa que hacemos los humanos.

Somos hijos de la desobediencia a las suaves normas del Espíritu de Dios que aconseja y muy bien a todos que se abstengan de toda clase de mal. Calculen lo que sería que, aunque solo fuera la ley del Antiguo Testamento la que se llevara fielmente, el mundo sería una balsa de aceite, sin mayores problemas que los heredados de nuestra primitiva naturaleza de desobediencia.

Pero la primera desobediencia, el primer desacato a las suaves normas de Dios trajo la libertad en manos del hombre. Desde entonces ¿Cuándo ha habido verdadera libertad? Los hombres tienen que hacer leyes y reglamentos, para poner bozal al tigre que todos llevamos dentro. Sin ellas no sería posible la vida humana sobre el planeta.

Sabemos todos que hemos de morir antes de los cien años salvo excepciones, y aun así los tiranos, o los que lo son con disimulo, se empeñan en hacer esclavos a los hombres para que les sirvan de peldaños  por donde subir a ¿qué? Napoleón, Alejandro, Gengis Khan, Hitler y tantos otros murieron relativamente jóvenes. ¿Cuántos males trajeron sobre gran parte de la humanidad? ¿Porqué y para qué?

Aun así los hombres viven en la vanidad de su mente, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos; por la dureza de su corazón. Y así estamos atestados de todos los males y de intentos contra Dios en las personas de sus prójimos. En lugar de lamentarnos por las carencias de una parte enorme de la humanidad, podríamos juntos sinceramente eliminarlas, porque podemos y solo hace falta el querer.

Los políticos no se interesan mayormente de estas cosas. Creamos sistemas políticos que no tienen más remedio que ser adulterinas porque no hemos contado con Dios en esta tarea de la que tenemos la guía en la Santa Escritura y con la que podemos hacer (haciéndola lealmente) de este mundo, si no un paraíso, si mucho mejor y más justo por lo menos que el que hemos construido los hombres usando una inteligencia y un discernimiento que se nos dio para obedecer y ser felices y tener vida eterna.

AMDG