domingo, 16 de junio de 2013

¡YO QUE SÉ! (Parte 1ª)


          ¿El azar produciría tipos así?
 

Verdaderamente a veces me siento disminuido y errático; a veces cuando me encuentro con gente que en su afán (no sé si de sobresalir o de mejorar las cosas) intenta embutir teologías, que son solo unos pequeños toques epidermicos del Evangelio elevados a una categoría de lo social, como si la vida, muerte de Jesús, y su resurrección, solo fueran un episodio en la lucha del hombre por acumular propiedades o comodidades.

Esas teologías de la liberación, y otras tantas como se promueven con aceradas criticas a la jerarquía, y a humildes curas que día por día, año por año, hora por hora se refugian en una modesta casa, a veces más solos que las ratas, y siguen, y siguen en su vocación, porque saben que sus débiles fuerzas son un instrumento de Dios poderoso y eficaz para su propósito.

No de otra manera aguantarían una vida así. ¿Que yerran, según su apreciación¿ Usted procure hacerlo bien, y quede tranquilo. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; (Gálatas 6:4)

Nada ocurre por azar. El azar es un magnífico ayudante de la pereza intelectual. Hay que ser muy perezoso o muy obcecado para negar la Creación. No hay que escribir gruesos tomos para darse cuenta de que la armonía del Universo no es casualidad. Son demasiadas casualidades.



Si alguien tiene duda legítima, porque le cuesta entender los rituales o le resulta incoherente la doctrina de la religión cristiana, es razonable pensar que es alguien con el suficiente cacumen para hacerse preguntas que, de consultarse, pueden ser satisfechas una por una.