martes, 23 de agosto de 2011

¡QUE COSAS SE VEN; Y QUE GENTE!





Pues no, mi estimado “comentador”. Usted no es según sus escritos un agnóstico, sino como yo, y cualquiera que tenga dos dedos de frente, un escéptico. Porque escépticos lo somos todos.


Yo soy escéptico, por ejemplo, con respecto a la vida americana, ya que muchos de los clichés que se hacen sobre esta forma americana de vivir y de sus metas y medios de conseguirlas, me parecen algo manipuladas, y no tan uniformes como parece que quieren hacernos creer.


De lo que no tengo duda, es de que existen los Estados Unidos, porque aunque yo no he estado allí y, por tanto, no lo he visto ni oído, hay numerosísimos testimonios de su existencia. De ellos me tengo que fiar.


Si he de desconfiar de todos y cada uno de los que me han hablado de EE.UU., o de los he conocido, viviré siempre, no creyendo ni en mi propia existencia.


Por tanto yo no me ando por las ramas, y acepto con precaución todo lo que supone la existencia de ese gran país, y el resto lo explica la historia. Por supuesto que no resulta una misma historia, contada por un rival del reinante de turno, que la de sus apologistas, pero algo va uno sacando en limpio. ¡Tampoco es uno tan bobo!


Vivimos por fe todos los que andamos por este mundo. Si usted tiene dinero en el banco, cada vez que va a él y tiene cuenta, cree y espera que su dinero esté efectivamente allí. Y allí está…supongo.


Usted sube a su auto, creyendo día a día, que va a salir funcionando tan pronto lo desee. Todos cuando nos acostamos, creemos que vamos a levantarnos al día siguiente. Es algo ya rutinario. Así todo, con sus naturales excepciones.


Digo todo esto porque usted me indica que tiene un automóvil, que vive en una casa, tiene hijos y esposa, y además parece que, por su comportamiento, los vecinos le tienen por ser buena persona. Naturalmente, como explica,  sin ser cristiano. Eso de ser bueno me parece estupendo.


   Le será más fácil, enviar su dinero a los que se ocupan de atender a la gente de los desgraciados países que sufren tanto, mientras se hace o no esa revolución mundial, que tantas veces ha fracasado y fracasará. Los humanos somos así, todo lo que tocamos lo pudrimos.


No trate de cambiar lo que ya viene determinado y acabado. No vale la pena. Solo un cambio en el corazón de los humanos puede redimirnos. Eso intenta el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, y la Iglesia Cristiana. Lo demás es… como usted mismo me dice.  

YO, SOY CRISTIANO


Yo soy cristiano. Hay muchas cosas que no son de mi agrado, y que rechazo interiormente; otras que me parecen inadecuadas o falaces en el cristianismo, pero eso no quita para que en lo esencial esté de acuerdo con casi todas las confesiones en los valores fundamentales.


Cristo es el eje de nuestra fe, y alrededor de Él se pueden entretejer numerosísimas teorías y, hasta falsificando la historia (tradición), se han escrito numerosos libros que hacen las delicias de los anticristianos, porque llevan consigo un una burla a la religión, sea la que sea, por los que no quieren ni oír hablar de ella.


Siempre agradará a la persona que no sujeta sus instintos y tendencias anómalas, que se hable mal del cristianismo. En otros lugares es contra el Protestantismo, evangelismo, ortodoxos, etc. En España, naturalmente, la Iglesia Católica.


Pero usted que me parece inteligente ¿Cómo puede pensar que todo es una casualidad o un destino ciego el que gobierna la vida de los hombres, y más ampliamente, aun los del Universo que existe? Que está ahí, ante nuestros ojos, y que no tiene más remedio que haber sido hecho por “alguien”, no por “algo”.


Yo sigo mi camino (en el cual me ha ido bien) y contemplo las burradas que se hacen en este mundo Por parte de hombres de TODA condición, las injusticias, los abusos, y hago lo que está al alcance de mi mano.


No aspiro a mover la sociedad al estilo del Che, de Lenin, Cesar, Alejandro, Hitler o Napoleón. No se consigue nada, y así lo afirma la historia, que ha visto emerger tantas variantes en la sociedad, y tantos fracasos como intentos se han hecho.


Cristo es el camino; ¡mi camino! Mi verdad, y mi vida. Fuera de Él no quiero nada, La vida e esta tierra me estorba si no es por Él. Lo que hago contra de esta decisión, siempre lo lamento, porque invariablemente me produce malos resultados.


Siento que usted participe de otra opinión, y le invito a leer mis otros escritos en los que, a mi estilo tosco y elemental, me explayo sobre los misterios de mi fe. Deseo que le vaya bien, y que alguna vez se digne mirar en estas cosas.


Esto, le permitirá desasirse de opiniones y creencias que dan por resultado, el casposo, feo, peligroso, y alocado mundo en que vivimos. Solo podemos ser especiales, si nos hacemos especiales si lo deseamos y lo ponemos en práctica. Somos hombres o monos, según queremos. Y mañana podemos ser ese mendigo sucio y descabalado que nos parece tan desgraciado.