domingo, 4 de marzo de 2012

¿TODOS SALVOS Y METICHES?

 

Cuando alguien me dice que todos seremos salvos, porque Dios no perjudica lo que ha creado, me pongo a pensar como me las arreglaría para poder dar una respuesta firme y segura, sin llegar a tocar los tópicos en gentes que me pueden leer y que unos más, otros menos, conocen algo del Evangelio.

Unos son más religiosos y otros menos y hasta algunos, y no pocos, parlan de todos los misterios de la religión cristiana, como dice el apóstol: Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman. Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; (1ª Timoteo 1: 5, 6, 7, 8)

Pretender dilucidar las cosas de religión sin estar inmersos en ella, es semejante a que un despistado analfabeto pretenda enseñar la relatividad, o la composición de una central atómica. Cuando uno es lego en algo, es mejor escuchar y aprender, que pretender saber de lo que no se sabe.

No se puede pretender entender de todo, como decían mis mayores: “aprendiz de todo, maestro de nada). En el Evangelio, nadie entiende, si no es llamado y ungido para ello. Pero las gentes se atreven con todo. Europa y América rozan ya con un paganismo que no parece tener retroceso, por cuanto el Evangelio de la paz y la alegría, es despreciado cuando no atacado descaradamente.

Esa actitud desdeñosa no solo ocurre entre paganos. También en cristianos tibios y meticones, que siempre andan introduciendo dudas a los más simples o ignaros sobre los misterios, o rebelándose impúdicamente contra las autoridades superiores. Contra eso dice el apóstol con gran precisión y doctrina: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. Y aquí cada cual monte su ideario.

De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien... (Romanos 13:1, 2, 3)

Creo que los que abiertamente se oponen a la autoridad, y más si es por asuntos de partidismos, culto, y otras opiniones sobre la real función de la Iglesia, hacen oposición a Dios porque Jesús nos dejó muy bien dicho y claramente: para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. (Juan 17:21, 22)

Y como doxología final, el apóstol Pablo dice claramente: Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros. Saludaos unos a otros con ósculo santo.  Todos los santos os saludan. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.