viernes, 27 de abril de 2012

EL ESPÍRITU DE ASÍS Y SUS DETRACTORES.




He tenido ocasión de leer algo sobre la doctrina de la Iglesia, y creo que me estoy confundiendo más aun sobre lo que debe o no debe ser. La verdad es que el sacerdote P. Peramo, argentino a lo que parece, escribe lo que copio más abajo. Y realmente es una revolución del pensamiento católico que es como se hacen llamar los que comulgan con las proposiciones de este sacerdote.

Esto también lo hizo Lutero en su tiempo y todos los grandes heresiarcas. Ellos fueron directamente al grano, y dijeron lo que les parecía que era incorrecto en una Iglesia medieval o post medieval  muy contaminada, y plena de defectos y hasta de impiedades.  Lo que dice este sacerdote católico se parece en mucho a cualquier proposición de cualquier protestante de aquel tiempo. El dice así, si estoy bien informado.

.-"En la Iglesia el magisterio que no enseña la verdad, usurpa la función no conferida por Dios, al arrogarse la autoridad de Dios, para enseñar y regir en el error. Así tenemos la gran usurpación sacrílega de todo el magisterio ilegítimo que impone en el nombre de Dios y su divina autoridad, obediencia al error y no se diga ya al cisma, la herejía y la apostasía que son hoy evidentes con las tres tazas como al que no le gusta que le den una, ahí van tres con Asís I (1986), Asís II (2002) y Asís III (2011).

Estamos en plena y total usurpación sacrílega cumpliéndose lo que se decía el texto del antiguo exorcismo (1890) del papa León XIII, y que fue suprimido: "Ubi sedes beatíssimi Petri et Cáthedra veritatis ad lucem géntium constituta est, ibi thonum posuerunt abominationis impietatis sue; ut percusso Pastore, et gregem dispérdere váleant".

Lo que viene a decir en cristiano: "Allí donde la sede del beatísimo Pedro y la Cátedra de la verdad están constituidas para luz de las gentes, allí pusieron el trono de la abominación y de la impiedad suyas; para que golpeado el Pastor, la grey sea disgregada".-"

Pienso que no se puede ir más lejos, ni quedar tan cerca, como el P. Peramo pretende permanecer en la Iglesia. No creo que el espíritu de Asís con todo lo que se le pueda tachar, sea algo como para calificar al Concilio Vaticano de cuasi espurio, y al Papa calificarlo de pastor traidor, pero pretendiendo un nivel de conocedor, aun más alto que este Papa, su Señor natural.

Todos podemos ponerle, a nuestro arbitrio, pegas al asunto de Asís, y estas objeciones hasta pueden ser legítimamente veraces. De ahí a calificar cada acción del Papa, como poco menos que estúpida o en su lugar, herética, ya sobrepasa mucho las atribuciones que se le pueden permitir a un católico sea este cardenal o curita de aldea. Cada cual a lo suyo respetando como hace este Papa.

Yo en materia de doctrina no entro ni salgo, porque todos tenemos un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, y un solo Dios y Padre. Manteniendo la Unidad del Espíritu y la Paz, como se dice en cada culto.

No creo que las pretendidas desviaciones del Papa, sean merecedoras de estos calificativos que rayan, si no se pasan, de lo que es tolerable en un católico. Y no me constituyo en discernidor de estas materias, sino en sorprendido y acongojado. Estas cosas no están nada bien y no edifican nada. Por el contrario o seducen a algunos o hacen indiferentes a otros. 

ORDEN Y DEBER



                  Para obrar bien, vivir una vida que merezca la pena, y estar en condiciones de tranquila conciencia, es imprescindible el dominio de nuestros cuerpos y nuestros pensamientos. El cuerpo fuerza a la mente, y esta lleva a la acción al cuerpo y al contrario también. Nada se consigue entre la sociedad en que vivimos, queramos o no,  si somos como dijo Jesús: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? (Lucas 7:24) Solo un hombre, profeta, simple y armado de la verdad.

Y es que de forma espontánea la atención se deja captar por todo lo que pasa alrededor, por toda percepción, por toda cosa brillante y atractiva. Son los que yendo a una obligación directa se entretienen en parlotear o en un grupo que mira hacia arriba por un vulgar pájaro que pasa.

Esto difiere totalmente del hecho de dirigir el pensamiento sobre lo que significa un determinado orden de hechos o representaciones voluntariamente aceptadas. Este es el orden evangélico que solo mantiene en sus pensamientos el objetivo de la vida, Dios; y como consecuencia los pensamientos o actos que se corresponden con tal vocación.

Y esto conlleva, que en el momento de ser solicitado el individuo para prolongar la velada, o entretenerse con la visión que le ha llamado la atención a su paso hacia su objetivo sepa despreciarla y seguir su prefijado rumbo. Si puede representarse y valorar el camino correcto, podrá indefectiblemente superar estas solicitaciones a la anarquía y a la debilidad.

Todos hemos conocido a espléndidas personas, plenas de gallardía y de simpatía, que al no saber discernir ni controlar sus tentaciones (¿y quien no tiene muchas  al cabo del día?) tuvieron una vida plagada de contradicciones. Sin un empleo, en el que no duraban por sus peculiaridades, muriendo jóvenes en la plenitud de la vida y sin que nadie se fiase de ellos.

De haber despertado su atención voluntaria sobre sus objetivos en la vida (que por supuesto tenían), y haberlos hecho efectivos, su paz y su vida hubiese sido muy distinta. Vivieron en constante sobresalto, y recibieron muchas reprimendas que ellos consideraban injustas según su banal criterio. Todo este cúmulo de trastornos, por causa de no aplicar y prestar una constante disciplina de atención a sus actos.

La sociedad, es como el servicio militar. A veces las ordenanzas nos parecen como muy puestas fuera de razón, pero están puestas para reprimir la anarquía y fomentar el orden, sin el cual ningún ejército podrá cosechar, sino dolorosas y humillantes, y continuas derrotas.

Así pues podemos concluir este pequeño bosquejo sobre la atención correcta, sabiendo que el ejercicio sano de esta concentración sobre objetivos programados de antemano, hace que el esfuerzo se constituya en hábito y este hábito en carácter firme y confiable. Esto es, en carácter genuinamente cristiano.

Podrá tener el individuo contrariedades, y bastantes inconvenientes a lo largo de su andar; pero si adquiere la convicción de la superioridad de la virtud del objetivo a seguir, nada podrá ya apartarle de un consciente dominio sobre sí mismo y sobre todos los demás, dejados a la corriente de la satisfacción de sus deseos más primarios y bajos.  

Mujeres y hombres confiables, que concitarán sobre si todas las simpatías y respeto que tanto claman los desordenados en obtener sin obtenerlo, por simplemente no merecer la confianza de nadie que los conozca.