sábado, 10 de agosto de 2013

DIOSESILLOS Y SEGUIDORES.


 


La idea de un Dios que tenga los defectos y las debilidades de los humanos siempre ha sido grata a los humanos. Habla la verdad desnuda sobre las cosas de Dios (de Dios, el único), y no te escucharán. Habla de un dios que tiene los defectos nuestros (en mayor escala que para eso es dios ) y entonces surgirán asambleas ricas e influyentes.

Los hombres queremos pagar por nuestros pecados. Nadie quiere nada gratis. Criticarán todo lo que tenga relación con una religión que maneje dinero, pero gustosamente formarán parte de ella. Cuanto más colosal, más adicto se es. El poder de la organización, es el poder de ese adicto.

Sabe que socialmente está en regla y vive criticando y quejándose, pero a la vez satisfecho de que sus dudas y sus preguntas interiores, no tienen que ser resueltas por él, y esta pereza le lleva a aceptar superficialmente lo que le diga su organización.

Ese eterno retorno a la mitología de dioses semejantes a los humanos, perversos, poderosos y vengativos, es una constante en el vacío espiritual de los hombres. El ser  humano no acepta el pecado. Acepta lo que a su juicio es falta contra la sociedad, y sobre todo, lo que conspira o amenaza contra su bienestar inmediato, pero se guarda muy mucho de pensar y dar a las punzadas de su conciencia, el valor que sabe que tienen, aunque le molestan y ponen en situación de soledad y de inferioridad.

Pensar, está contraindicado en estas sociedades. La gente adquiere una conciencia colectiva, que le lleva a manifestaciones del tipo que sean. Lo mismo una algarada callejera de protesta, que una romería. «La gente va a donde va Vicente, y Vicente va a donde va la gente».

Uno de los valores que se pierden a marchas forzadas, y crean una sociedad vacía e inerme ante las manipulaciones, es la absoluta indiferencia hacia la lectura y la reflexión. Así se fabrican seres humanos sin criterio, que seguirán haciendo lo que todos, y aunque un descontento los zarandea, la pertenencia al grupo y a la opinión imperante les deja relativamente tranquilos.

Adivinan que detrás de la vaciedad del pensamiento “normal”, hay algo más a lo que no se atreven a hincar el diente. Además ya hay quien vigila y se encarga de que la persona con inquietudes, tenga que buscar la aguja en el pajar... lleno de agujas.

El pensamiento crítico ya no existe, y la gente sabe las cosas según se las explica el periódico de su gusto, o el programa de televisión, radio, etc. favoritos. Es decir el que le dice lo que él quiere escuchar. Lo heterodoxo que somete a reflexión las cosas, antes de someterlas a crítica no está de moda. 

Se critica sin saber, y se queda tan satisfecho. Así se forman sociedades que más tarde se quejan de «haber creído en...» obviando toda responsabilidad suya. "A más ignaros más poder".

EQUIDAD, a riesgo de importunar a unos y otros, quiere como su nombre la obliga, discernir los hechos, y suministrar un punto de vista a que la lleva el libre y riguroso examen de la Biblia, sin complejos, y sin tratar de agradar a nadie, sino a la estricta verdad. Si hay error, es nuestro. 
La Escritura es inerrante.

AMDG