La idea de
un Dios que tenga los defectos y las debilidades de los humanos siempre ha sido
grata a los humanos. Habla la verdad desnuda sobre las cosas de Dios (de
Dios, el único), y no te escucharán. Habla de un dios que tiene los defectos
nuestros (en mayor escala que para eso es dios ) y entonces surgirán asambleas
ricas e influyentes.
Los
hombres queremos pagar por nuestros pecados. Nadie quiere nada gratis.
Criticarán todo lo que tenga relación con una religión que maneje dinero, pero
gustosamente formarán parte de ella. Cuanto más colosal, más adicto se es. El
poder de la organización, es el poder de ese adicto.
Sabe que
socialmente está en regla y vive criticando y quejándose, pero a la vez
satisfecho de que sus dudas y sus preguntas interiores, no tienen que ser
resueltas por él, y esta pereza le lleva a aceptar superficialmente lo que le
diga su organización.
Ese eterno
retorno a la mitología de dioses semejantes a los humanos, perversos, poderosos
y vengativos, es una constante en el vacío espiritual de los hombres. El
ser humano no acepta el pecado. Acepta
lo que a su juicio es falta contra la sociedad, y sobre todo, lo que conspira o amenaza contra su bienestar inmediato, pero se guarda muy mucho de pensar y dar a las
punzadas de su conciencia, el valor que sabe que tienen, aunque le molestan y
ponen en situación de soledad y de inferioridad.
Pensar,
está contraindicado en estas sociedades. La gente adquiere una conciencia
colectiva, que le lleva a manifestaciones del tipo que sean. Lo mismo una
algarada callejera de protesta, que una romería. «La gente va a donde va
Vicente, y Vicente va a donde va la gente».
Uno de los
valores que se pierden a marchas forzadas, y crean una sociedad vacía e inerme
ante las manipulaciones, es la absoluta indiferencia hacia la lectura y la
reflexión. Así se fabrican seres humanos sin criterio, que seguirán haciendo lo
que todos, y aunque un descontento los zarandea, la pertenencia al grupo y a la
opinión imperante les deja relativamente tranquilos.
Adivinan
que detrás de la vaciedad del pensamiento “normal”, hay algo más a lo que no se
atreven a hincar el diente. Además ya hay quien vigila y se encarga de que la
persona con inquietudes, tenga que buscar la aguja en el pajar... lleno de
agujas.
El pensamiento
crítico ya no existe, y la gente sabe las cosas según se las explica el
periódico de su gusto, o el programa de televisión, radio, etc. favoritos. Es
decir el que le dice lo que él quiere escuchar. Lo heterodoxo que somete a
reflexión las cosas, antes de someterlas a crítica no está de moda.
Se critica
sin saber, y se queda tan satisfecho. Así se forman sociedades que más tarde se
quejan de «haber creído en...» obviando toda responsabilidad suya. "A más ignaros más poder".
EQUIDAD, a
riesgo de importunar a unos y otros, quiere como su nombre la obliga, discernir
los hechos, y suministrar un punto de vista a que la lleva el libre y riguroso
examen de la Biblia, sin complejos, y sin tratar de agradar a nadie, sino a la estricta verdad. Si hay error, es nuestro.
La Escritura es inerrante.
AMDG
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