jueves, 11 de agosto de 2011

CRISTO, ESTRELLA DE LA MAÑANA

 


Lucero santo, que a mi noche oscura
Alumbraste con brillo sempiterno,
Y sacaste del hondo del averno,
A mi alma rebelde en amargura.

Estrella que a la aurora da su albura,
Y al cuitado con celo tibio y tierno,
Alumbras su penoso y cruel invierno,
Llenándole de gozo y de ventura.

Ya se muestra con claridad el día
Que ilumina en celeste resplandor,
La luz egregia que tan fiel me guía.

Y en el Cristo que al Gólgota subía
La vida recobró su nuevo albor,
En su manto de gloria y gallardía.

Rafael Marañón