domingo, 27 de enero de 2013

LOS MILAGROS



 


Estimado correspondiente: tengo que aclararle que a mí los títulos me dejan sin cuidado, ya que sé que tras los títulos y dignidades  solo hay hombres como usted y como yo. Por tanto, sus críticas me parecen injustas, y es lo que me mueve a escribirle. Por supuesto que si usted no quiere recibir mis mensajes puede decirme que deje de enviárselos y ya no hay más problemas. Se los he estado enviando desde hace varios años, sin problemas hasta ahora.

En lo que respecta a los milagros y esas cosas que usted me menciona, no tengo inconveniente en estar de acuerdo con usted, en que nunca se cura uno al que le falte un brazo y cosas así. Yo tampoco lo he visto. Pero hay muchas otras cosas que yo no he visto, y no tienen porque ser falsas. Australia por ejemplo. O como Herodes, que le pidió a Jesús que le hiciera prodigios, como si fuera un mago ambulante.

Bueno, eso es pedir que para que creamos, se hagan los milagros como nosotros queremos, para dar credibilidad a estos. Si no, no son milagros ¿no? Por supuesto que después diríamos, algo que nos parece que falla también, etc., etc. Tal vez usted no crea que Lázaro resucitó. Dejémoslo.

En cuanto a la Sabana Santa de Turín, creo que sí, es válida.  Estimo que son demasiadas concordancias de datos, los que confluyen para demostrarlo. Pero como todo eso puede ser puesto en duda, y hasta algunos en solfa ¿qué le vamos a hacer? La realidad se impone antes o después.

Le recomiendo el libro del P. Loring, que me parece muy estudiado y conforme a razón. Yo lo leí en los años ochenta (creo) y lo presté, con lo cual lo perdí. De paso le recomiendo que regale libros y no los preste, pues en el segundo caso no se lo agradecerán (tal vez, ni en el primero). En Internet encontrará usted mucho material.

En aquella edición traía muchas fotos y evidencias, que son muy difícilmente refutables. Lo que cada persona quiera pensar está en ellos mismos, y no en pruebas objetivas y de peso. Pero ya estas cosas las discierne usted. Parece que tiene bastantes conocimientos en estas y otras materias.

Insisto en que creo más en las virtudes evidentes, que en las muchas predicaciones. Yo escribo como creo que me parece que deben ser las cosas, y dejo en manos de Dios lo que tengan de éxito o fracaso. Nada de lo que se habla de corazón y sinceridad sobre los misterios de la religión, puede perjudicarla.

Son la animosidad, el vicio, los celos, y la molestia que produce cuando predica la amistad, el amor, la solidaridad, etc. Eso y no otra cosa pueden ir en contra de lo que es el resumen de una proclamación de lo que el hombre ha de hacer, para que le vaya bien y sea de larga vida sobre la tierra. (Efesios 6:3)