domingo, 11 de marzo de 2012

POCA SANTIDAD MUCHA APARIENCIA

 

Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas
juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
   Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,
la cual recibisteis de vuestros padres,
No con cosas corruptibles, como oro o plata,
   sino con la sangre preciosa de Cristo,

Andamos tras lo que solo es una apariencia que enciende nuestros deseos, y hace que andemos por tortuosos caminos, dejando la recta vereda que nos conduce a la vida. Y ponemos nuestros ojos en la apariencia de las cosas. No es necesario insistir en la situación de la moral sexual mundana.

La Escritura dice sin ambages: Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. (Proverbios 31:30). Gustará o no a algunos, aunque eso es lo que dice la Palabra de Dios.

Favorecidos por la Gracia de Dios, son los que dejaron de distraerse mirando al mundo, y lo dejaron todo en último lugar, siguiendo por el contrario la senda de Cristo. Es un privilegio que tenemos, y no valoramos por nuestro propio impúdico descuido.

Solo el ardiente deseo de servir al Señor, es lo bueno y provechoso.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:15,16,17). Estas son las proféticas palabras, con que la Escritura define claramente lo que el mundo es en realidad, y la relación del creyente con este enemigo de su paz y de su vida eterna.

Seguir el camino del mundo, es seguir la avenida ancha y tentadora del demonio. Al final no muy lejano vendrán los lloros, las congojas y carencias de lo que más sacia el espíritu humano, que es la llenura del Espíritu. Pero ya pasó toda esa apariencia y ahora solo queda el llanto y el crujir de dientes. (Lucas 13:28).

La verdad se ha tergiversado. Los políticos y los falsos profetas, pregonan una felicidad sin Dios, que no es posible. Ya vemos a diario los estragos que produce la desobediencia a su palabra en las almas, y también en los cuerpos. Como dice la Escritura: Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1ª Corintios 6:20).

Cualquiera puede hoy día buscar un recinto, y con otros pocos más fundar su propia iglesia, en la cual el papa sería, él mismo. Así vemos la proliferación de tan dispares congregaciones que, aunque tienen un ideario básico común, difieren abismalmente de doctrina y praxis. Y muchos engañadores que hacen mercancía de los creyentes, inocentes estos o no.

El apóstol Pedro, veterano que experimentó todo esto en carne propia, amonesta en una carta, la senda de vida que hemos de seguir, sin hacer el menor caso de mundanalidades que aborrecemos por que son dignas de burla y de desprecio. En cambio el apóstol nos indica el camino y el motivo por el que nos conviene, y tenemos el deber de recorrerlo.

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