martes, 12 de marzo de 2013

LIBERTAD SIN IRA




Verás querido Julio; es que como no cobro por escribir porque nadie quiere pagarme, (todo hay que decirlo) me encuentro en un terreno de libertad estupendo, y mientras no vulnere ninguna de las leyes vigentes sobre la materia de que me hablas, no hay necesidad de que nadie me diga o imponga lo que tengo que escribir. Mi verbo no es gran cosa, y lo que digo viene abundantemente reseñado en los periódicos, revistas, videos y toda clase de medios de comunicación. Nada nuevo, me dices.

Mi negocio no es cobrar dinero y honores (que por otra parte no merezco), sino exponer en un medio como es Internet, mi sensibilidad y sobre todo mi fe cristiana. Ese es mi mejor negocio que me proporciona un dormir tranquilo, y una paz familiar y entre mis amigos, que es un gran placer.  

Dicho esto, (como decía D. Manuel Fraga) creo que hablar de las cosas con independencia y en relación con mi sensibilidad cristiana, puede resultar provechoso para alguien, porque si no, más me valía irme a los videos de trompazos y otros temas porque resulten divertidos.

En lugar de ello, me pongo al teclado a explicar que a mí me resulta gratificante en sumo grado, la exposición de mis motivos para que todo el que lea mis escritos, (modestos pero verídicos), saque provecho espiritual de ellos.

Ya sé que hay mucha gente escribiendo, sobre estos temas espirituales, y algunos con gran pericia en todos los detalles. Yo soy más torpe, y me limito a decir lo que todo cristiano puede oír y leer, ya que en lo que explico todos estamos más o menos de acuerdo. Además, acepto que se me refute con argumentos.

Esto me permite ir a las más variadas sensibilidades religiosas, ya que meter doctrina con baqueta o bautizar con manguera no es lo mío. El cristiano vive entre las angustias propias de una sociedad de pecadores perdidos, y rescatados a la vida por la sangre de Jesucristo. Ese es el precio de la libertad que pagó la sangre de Cristo. Y esa libertad, errada o no, la quiero respetar y comprender.

Solo conociendo la historia, puede uno comprender las tonterías (por no llamarlas burradas) que se han cometido a lo largo de los siglos por unos misterios que tienen su origen en un humilde carpintero, que era y es el verbo de Dios, y que hecho hombre nos dio aparte de otras muchas maravillas aun más provechosas, la libertad de elegir y de dejarse ser elegidos.

En materias polémicas, aunque tengo mis propias  convicciones, no deseo meterme. Eso queda para los polemistas indoctos, que creen tener la piedra filosofal para todo. Yo modestamente me limito a reflejar “para todos” los que siento y lo que veo. Si yerro en algo no es caso extremo, y por ello me siento cómodo con lo que escribo, que no es por mi parte dogma de fe.

Bien sé, que como dijo Santo Tomás de Aquino: “todo lo que he escrito es paja”, ya que a montones nos llegan datos, noticias, aspectos desconocidos de la vida, etc., y es por esto que lo que hacemos no tiene más importancia que la que Dios le dé, y eso es para mí lo importante, principal, y básico. Lo demás es “vanidad y apacentarse de viento” como muy bien dice la Escritura Santa. (Eclesiastés 2)  

AMDG