miércoles, 6 de junio de 2012

LAS SERIES TELEVISIVAS

Dos hombres y medio


Solo hay que ver las muchas series televisivas, para conocer que el diablo acecha y no cesa de trabajar para perder a los inocentes que buscan (y encuentran) diversión en estas series.

Normalmente están realizadas con guiones excelentes, actores fenomenales, y humor simpático y cordial. La traducción del inglés es perfecta, y todo muy bien adaptado. Son verdaderas obras de arte escénico.

Cabe decir que son un muestrario de lo que no debe hacerse, ni por cristiano ni por pagano. Los sufrimientos de las chicas, y los esfuerzosbaldíos de los chicos; las formas con que se expresan son un catálogo de perversión y desprecio, a cualquier forma de cristianismo que se practique.

La moral brilla por su total ausencia, mentir, despreciar, y cualquier otro vicio, por no extendernos mucho, están saturando constantemente la serie, y es un muestrario donde los chicos aprenden lo que no deben, y los mayores se divierten con las penalidades que, aunque parezca broma, suceden continuamente en el transcurso de la serie.

Se muestra en los personajes una ausencia total de moral, con unas consecuencias que parecen  chacotas, pero que en la realidad son tragedias tremendas. A risa se toma porque son divertidas, pero en el fondo yace la más siniestra negrura y agobio.

Los jóvenes ven esas series divertidas, pero sin saberlo empapan toda clase de disturbios mentales. Estos se quedan en su subconsciente y  más adelante o en referencia a lo que han visto, se transforman en una acción cínica y deshonrosa.

He visto a padres que celan de sus hijas sobre todo, y sin embargo se recrean viendo como una mujer es tratada como un trapo para utilizarla sexualmente, y después se la despide de cualquier forma posible.

Estas chicas son naturalmente femeninas, y no toman la cosa del sexo como un divertimento. Ellas quieren algo más. Va impreso en su ADN y en su condición. Tienen la desventaja de que pueden quedarse embarazadas y, lógicamente, desean un compromiso por parte del hombre de no ser abandonadas a su suerte.

Y paradójicamente los “donjuanes” que pululan por todos esos filmes, son los que más critican a la abandonada y perdida. Todo eso queda impreso en las mentes de los chicos y las chicas, y contrariamente a lo que cabría esperar como moraleja, se convierte en una conducta lo más parecida a lo que ven en las series.

A ellos les parece de lo más natural hacer y decir lo mismo que hacen y dicen los protagonistas. Estos son admirados, y nadie percibe la maldad, implícita y explicita, que esconden esta clase de diversiones. Se podría decir ¡Con esa edad! Aunque ¿y los mayores?

Naturalmente, los chicos prefieren ver una serie, a estudiar o leer cualquier libro que les ilustre de la historia o de sus deberes para su carrera futura. Los jóvenes prefieren lo inmediato, y para ellos los deberes futuros se les hacen muy lejanos.

Y los mayores, cuando vuelve a sus casas de trabajar y bregar con las dificultades de la vida moderna, prefieren un rato de esparcimiento y humor que otra clase de descanso más provechoso.

Y con tristeza contemplo en Alemania, Suiza, y otros países civilizados, como decenas de miles de espectadores permanecen en absoluto silencio, cuando una buena sinfónica o un buen cantante actúa.

No es que sean más morales que nosotros. Es que son mucho más cívicos, y a falta de moral el civismo es una triste, pero efectiva panacea para la convivencia.