….cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es
vuestra vida?
Ciertamente
es neblina
que se aparece por un
poco de tiempo,
y luego se desvanece.
(Santiago 4:14)
Mi amigo Carlos se empeña
en que "la vida es una neblina" y le dice a Homobono que “eso está en tu Biblia”, como si la Biblia fuera patrimonio de nadie en
particular. Y es cierto que la vida es como una neblina, que al que no
ambiciona las excelencias de la vida eterna, le parece eterna por lo molesta, y
porque le impide desarrollarse.
El que cree sabe, y digo bien, “sabe”, que después de la neblina
aparecerá el sol que la levantará, y al fin resplandecerá, reinando sobre
la oscuridad y el frío de las pasiones y los desencantos. Como una fortaleza resplandece a través de la fe y somos
capaces de entrever entre la niebla la magnificencia de lo que nos espera.
Conocemos, en el espíritu cristiano, que
estamos en medio de una neblina, aunque que a través de ella percibimos que esta
luz que nos envuelve, es originaria de otra sublime fuente que resplandecerá
para nosotros y brillará tan pronto como esta neblina sea levantada. Homobono le dice que vivimos en fe.
No es una fe sin fundamento ni ceguera ante la realidad,
sino porque aun no estamos en condiciones de recibir
directamente la luz del Sol de Justicia, en toda su plenitud y que resplandece
en la eternidad, por encima de esta neblina que es la vida. La fe abre un boquete, aun chiquito, para que
la luz sublime nos ilumine en medio de la tenue claridad del amanecer, cuando la
neblina se empieza a levantar.
Es a través de la claraboya de la fe, como se puede vivir
en la esperanza, para disfrutar uno por uno los días de nuestra travesía por
esta vida que nos ha sido concedida. Llegará el momento en que los rayos divinos nos iluminen en su
plenitud, y nosotros demos gloria a Dios en la evidencia de su presencia.
Carlos se ríe de lo que él llama nuestra ingenuidad, y esto lleva a Homobono a surtirle de toda suerte de
argumentos; para los que somos de Dios, las sutilezas son superfluas, porque para nosotros la fe es la evidencia, y en ella vivimos
flotando por entre los claroscuros de la niebla, para
intuir y saborear el infinito haz de luz que a cada creyente ilumina. No es ingenuidad sino certeza de que hay un Creador
y Jesús (el verbo) nos los dio a conocer.
El resplandor eterno, es para nosotros la Vida Eterna, y la inefable presencia de Dios en las divinas
y perennes moradas. En esa convicción y gozo vivimos. No nos plegamos a la
burda idea de que somos una sutil
gasa que se extingue. O
como dice el poeta "cendal flotante de leve bruma". Preferimos La
Vida, a una muerte que reine para siempre. Para nosotros el sol de justicia no se
extinguirá jamás.
AMDG