sábado, 19 de mayo de 2012

ADVERTENCIAS A LOS HERMANOS



A veces olvidamos que somos, por nosotros mismos, menos que nada ante Dios  y sí muy merecedores de condenación eterna de la que hemos sido liberados y redimidos por la obra de Jesucristo.

Es por ello que nos hemos de mostrar pacientes y dispuestos a recibir y dar a los hermanos, la explicación que sea pertinente tras un malentendido. Volver la espalda ofendido, y además urdir no querer saber jamás nada del hermano creyendo que está errado, no es amor cristiano.

Como decía el apóstol Pablo: Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. 2ª Corintios 10:12.

Hay que pedir aclaraciones, a los hermanos cuya conducta nos parezca incorrecta. La mayoría de las veces una explicación somera y sencilla por parte de cualquiera, es suficiente para que comprendamos que la obra de aquel hermano no estaba tan mal, y muchas veces era mejor que  muchas de las nuestras.

Y si hay error, procurar que rectifique haciéndolo con amor y mansedumbre porque más nos ha perdonado Dios a nosotros.
¿Que no? Haz la cuenta despacio y verás claro.

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.

Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados.

Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.  (Romanos y Corintios)

Criticar acerbamente a los pastores que nos dirigen es cuanto menos sucio y lleva trazas de envidia y resentimiento. Hay una autoridad a la que prestar atención y si hay alguna trasgresión por parte de quien sea, reprender con amor y suavidad, para que la persona amonestada no se resienta, sino que se observe y vea como se la considera.

Así podrá (sin romper su personalidad y prestigio), tomar nota y rectificar unas acciones o formas de pensar, que ve no aceptables por sus seguidores, que al fin y al cabo siguen a Jesús o por lo menos eso pretenden.