miércoles, 12 de diciembre de 2012

PERFECCIÓN PERSONAL



Obras de misericordia.- Enseñar al que no sabe.
Y con mucho amor del bueno.

Mi muy querido amigo: ante todo conoces que mis asuntos son transparentes, como siempre lo han sido. Nada tengo que no se pueda saber por todos. Cuando he hecho alguna cosa no debida no lo he ocultado. Soy así ¡y ahora no voy a cambiar! Tengo que responder a algunos mensajes que me dicen de todo. Desde hipócrita hasta apóstata, según les venga bien.

Yo sigo claramente diciendo lo que creo y siento, y si mi fe no es lo robusta que quisiera por causa de mis elucubraciones interiores, para mí lo que vale es la voluntad. Es por ello que me congratulo en hacer lo que creo que debo; de mis fallos se encarga Dios que es más poderoso y clemente.

No creo en sentimentalismos al uso, aunque me goce en ellos cuando son de buena ley. Sé claramente que soy yo el que, atendiendo a la llamada de Dios, pongo toda mi voluntad en hacer y decir lo que me parece que es parte de su voluntad.

Me siento como un hombre que en el ocaso de mi vida quiere dejar sus cuentas bien ajustadas con sus prójimos, porque en el caso de mi relación con Dios, el Creador, no tengo problema porque he obligado a mi voluntad a someterme a Él, y me va muy bien. Si esto me favorece por estar en Él es cosa suya, porque yo no tengo palabras para agradecer la felicidad con la que he hecho el camino de mi vida.

Hay veces en que mi fe, asediada constantemente por los acosos de  mi entorno, flaquea o pasa por lo que algunos hombres y mujeres de Dios decían que era el camino de la “noche oscura”, y lo que otros llaman la “travesía del desierto”. Seguir adelante, a pesar de esas llamadas a la transgresión y al desaliento.

No descarto, y me parece bien, tu reflexión de que los malos ejemplos son los que causan tanta devastación en los corazones de los que sin fe buscan la verdad, o los que poseyéndola la pueden perder por esa causa. Lo que ocurre, es que procuro hacer mis cosas adecuadamente buscando la perfección. Mi perfección es Cristo, y la perfección de Cristo es mi perfección.

La vida cristiana se basa en la voluntad, y no solo en los sentimientos de cada cual. Nada es mejor que seguir la senda de Jesucristo, porque basta con ver un telediario para conocer las perversidades más viles que se miran por casi todos con indiferencia y hasta con delectación.

No creo decir nada nuevo, si afirmo que si no hay fumadores, ni consumidores de droga, alcohol y codiciosos, la existencia sería mucho más tranquila y triunfadora que lo es ahora. Por eso, te recomiendo que aprendas más sobre Jesús. Ilústrate leyendo la Biblia, y siguiendo las sabias normas que el Espíritu Santo de Dios ha dejado a su Iglesia. Por lo demás vive en paz, y pásalo bien. Yo así lo hago.