martes, 21 de enero de 2014

CELIBATO O MATRIMONIO

 
  
Esto lo digo para vuestro provecho; 
no para tenderos lazo, 
sino para lo honesto y decente,
y para que sin impedimento 
os acerquéis al Señor.
(1ª Corintios 7, 32 y ss).

En principio, según leo en las Escrituras entiendo que:

El creyente que pretenda seguir a Jesucristo con todas sus consecuencias, debiera imitarle así como a Pablo y quedarse soltero, si lo está. Por supuesto si tiene el «don». Es un consejo evangélico.

El creyente que no pueda contenerse por poseer un fuerte (o normal) impulso genésico, que tenga una mujer por esposa, o la mujer un hombre por esposo, «con tal que sea en el Señor». Es un consejo evangélico.

El creyente que esté casado al convertirse, no se separe, si su cónyuge consiente en vivir con él, con tal de que el otro no trate de llevarle a una distinta forma de vivir y sobre todo, disuadirle de seguir siendo cristiano.

Puede ser que con su conducta de buen discípulo de Jesucristo, haga que el otro consorte se convierta en vista de su buen comportamiento como cónyuge, y de las ventajas que este proceder procura a sí mismo y a los demás.

A la hora de buscar esposo/a, la persona creyente soltera, ha de cerciorarse de que su futuro cónyuge es cristiano de veras y no simplemente nominal. Que su matrimonio tiene posibilidades reales de supervivencia y progreso.

Considero que la costumbre de buscar fuera novia o novio mundano en la posibilidad de que puede algún día convertirse, es  perjudicial y puede resultar dañina para el cristiano. En ocasiones, estas uniones se buscan por nerviosismo o impaciencia.

AMDG

Seguirá