viernes, 30 de marzo de 2012

DE LEANDROS Y CRISPINES




Recuerdo dos libros que me causaron gran impresión en mi juventud, y que ahora pretendo “endiñar” a mis nietos. Los -Intereses Creados- de Don Jacinto Benavente, y -La Feria de los Discretos- de Don Pío Baroja. Son ya muchos años, y apenas recuerdo algunos episodios de las obras de estos dos gigantes de la literatura premoderna.

 Don Pío trata con su consecuente racismo, la cuestión de un personaje, Quintín, que hace de las suyas en Córdoba, y de donde sale triunfante de los “viles cordobeses”. La ultima frase que recuerdo es ¡Ahí queda eso! Y se va tan campante con el triunfo en la mano el valiente vasco, sobre la “ruindad cordobesa” y andaluza.

Siempre se ha tratado de establecer comparaciones entre los sureños y los norteños. Estos últimos naturalmente, mucho más inteligentes, nobles, y además ingeniosos. Don Pío escapó de España, cuando en la frontera unos soldados franquistas le dejaron pasar con solo conocer el nombre de Don Pío.

Había andaluces que lo conocían de oídas. No quiero pensar, si hubiera habido algunos que le hubiesen leído la racista obra. De seguro, que allí le achicharran a tiros. Pero afortunadamente para él, eran ignorantes de su excelente obra, y le dejaron pasar. Una ventaja de nuestra “estupidez” de andaluces, que a él le vino muy bien.

Y Don Jacinto Benavente en -Los Intereses Creados- -premio Nóbel de Literatura. También crea a los personajes Leandro y Crispín. Leandro es el de los nobles pensamiento, el galán –que hasta eso le acompaña- y Crispín, que es el que maniobrando detrás de Leandro, le procura siempre la comodidad de no tener que entrar en asuntos viles y maniobreros.

Los dos escritores, como es natural casi en todos, se identifican con Quintín y Leandro, los dos galanes fuertes, nobles, apuestos y caballeros, además de ingeniosos e inteligentes. Por supuesto por contraste los demás son “los otros”, estúpidos y bellacos, que nada tienen que hacer ante la grandeza y la inteligencia de sus oponentes.

Y así es siempre España, desde cualquier punto de vista. Solo que la diferencia es el cristal con que se mira. Todos los escritores se sienten Leandro y Quintín, aun a pesar de que no lo deseen deliberadamente. Y la pobre España siempre a mojicones unos con otros, por mor de la superioridad que se atribuyen unos y otros. Y siempre tratándose unos a otros de Crispín, cuando saben que todos ellos, son a la vez las dos personas en ellos mismos.

Todos llevamos en nuestras almas, la dicotomía de ser a la vez villanos y caballeros, según situación o necesidad. El Norte es pretencioso y áspero; el Sur es alegre e indolente. Pero ¿esto es así? No podemos igualar a las gentes de distintas culturas y sensibilidades,

Solo digo que tanto unos como otros son como los bantúes, los alemanes, o los que viven en Nepal. Todos queremos lo mismo. Aquí para finalizar, viene al caso la frase tonta de una canción que casi todos conocemos. ¿Qué será mamá lo que quiere el negro?

Pues lo que todos y todas. Así que menos darnos importancia, y más darnos cuenta que Dios creó al género humano de igual sangre, y que el clima y otros causas, determinan lo que son cada cual.  Y así dice la Santa Escritura: Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. (Eclesiastés 3:11)

Seguirá cualquier día de estos.