martes, 16 de octubre de 2012

DESACUERDO CON JUAN SIMARRO





No tengo por más que estar en desacuerdo con los planteamientos de Simarro, en cuanto al origen y vigencia de la desigualdad entre los pueblos pobres y los llamados opulentos, solo porque los ciudadanos de estos últimos se han podido hacer con una vivienda y compran artículos para la mejor función de sus hogares.

No puedo estar de acuerdo con la forma y enfoque como lo fundamenta Simarro, que por otra parte es admirable en su labor de Misión Urbana, y al que reconozco por su sencillez y humildad.


No puedo estar de acuerdo con la cruel máxima, de que la relativa abundancia de los pueblos del Norte se debe a se saquean los recursos del Sur. No puedo estar de acuerdo con los artículos que escribe, parangonando el aborto con el hambre en los pueblos. No puedo por más que discrepar vivamente, cuando lo que está a la mano y es fruto del ambiente moral deletéreo, se compara con una situación ciertamente modificable (en eso estamos todos de acuerdo) de hambre en el mundo.


El liberalismo es fuente de bienes económicos, al tocar los resortes de la inventiva y laboriosidad humana. Que esté mal o bien gestionado, y que dé lugar a las grandes diferencias entre personas y países, no es nada más que la demostración (y por contraste) la evidencia de que otros sistemas han fracasado en el intento (¿verdadero?) de sustituirlo.


Jesús, nuestro maestro, no habló nada de establecer un sistema económico que sustituyera al terriblemente depredador que existía en su tiempo. La esclavitud, la enfermedad sin posibilidades de curación, las guerras, y todo el tinglado de las comunidades rebeldes como los zelotes, los nazareos, esenios, los juanistas seguidores del Bautista, etc.


Los demás sistemas están ya fracasados, y desfasados en una modernidad que avanza al galope de los tiempos, quemando etapas, y agrandando aun más la distancia que existe entre los países llamados impropiamente pobres o ricos. Decir que países como Venezuela, Brasil, Colombia etc. son pobres, es rizar el rizo de la desinformación. El país es rico, si sus habitantes saben extraer las debidas consecuencias de lo que significa el progreso, y se organizan ordenadamente en sacar el rendimiento a las posibilidades que ofrece el país.


En Colombia, no es igual un pueblecito de la selva, que Cartagena Manizales o Bogotá. Venezuela es rica en el lago Maracaibo o Caracas, y sin embargo en otros lugares es pobre de solemnidad. Esa diferencia no es por causa del capitalismo.