Pues en estas cosas resulta que te doy la razón, Bernardo. Es natural que
cuando se tiene una vocación se sumerja uno en ella completamente. La vida es milicia que se dice en el libro de Job. Hay muy distintas milicias, y en eso ya empezamos a discrepar. Me explico, aun
en mi rudo lenguaje. La milicia comienza cuando el bebé tiene hambre y llora
por alimentos.
En el momento de nacer y en el contraste entre el vientre de su
madre cómodo y templado, y las cachetadas que le da el médico cuando nace para que reaccione en el nuevo
medio en donde ha de pasa bastantes años, ya comienza la milicia. Pero ya te digo que hay muchas clases de milicias. La cristiana,
es una milicia de las más difíciles y la más comprometida.
El soldado sabe cuando entra en combate que puede morir, y así
emprende la acción contra el enemigo que trata de imponer sus condiciones. Simplemente está dispuesto a vencer y también a morir. Tal es la posición cristiana. Estar dispuesto a morir al mundo, reino de Satanás, nido de pecado,
reino de dispersión, y de muerte vil para obtener la mejor tajada de este "Cosmos satánico" (κοσμον)
Cuando nacemos al Cristo de Dios es porque hemos muerto al mundo,
y así dice San Pablo: Ninguno
que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a
aquel que lo tomó por soldado. (2Tim. 2:4) En los cuarteles del ejercito español, hay una
divisa que dice así: Todo por la patria. Y ellos están dispuestos a todo para hacerla efectiva, porque
esta es su vocación y para ello los tiene la Patria. En otros cuarteles,
también se dice: El honor es la principal divisa. Y así se cumple con disciplina y sacrificio. Es decir, con subordinación y orden. Nada de bromas. Las bromitas finas, para otros temas o materias.
AMDG
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