miércoles, 13 de abril de 2011

TODOS CON CRISTO Y MENOS QUEJAS.


Me prometí a mí mismo no escribir, sino poemillas a María la Madre de Jesús, pero cuando contemplo la explosiva estupidez con que se conducen los más grandes de nuestra nación, y veo que en el mundo entero solo hay odios y maldades de hermanos contra hermanos no tengo más remedio que hacer oír mi débil voz para no quedarme con carga en la conciencia.

Cuando sé que solo un pequeñísimo porcentaje de la humanidad disfruta de una atención médica, una comida en condiciones, y una esperanza de vida razonable, no puedo por más que indignarme por la maldad reinante en esta tierra hecha para que podamos todos vivir, y dar gracias al Creador por tanta abundancia y tanta paz como disfrutamos y más aun anhelamos.

Me da vergüenza ver como la cristiandad, instalada en su comodidad, y creyendo que por ser buenos merecen esta prosperidad y paz de que disfrutan -sobre todo Occidente- está dividida en ocasiones por un quítame allá estas pajas y otras tonterías que, dejándolas en el interior de las personas, tal vez sin presiones externas llegarán a la verdadera y maravillosa unión con el Señor.

Lo que se ve es la dogmática acusadora y sin misericordia porque algunos o muchos aún no han llagado a la perfección, en la que creen encontrarse tantas personas más semejantes a fariseos, que la conducta de Jesús, al fin y al cabo, el único referente legítimo para todos los que dicen seguirle.

Me avergüenza que os que se dicen cristianos, apoyen a los que declaradamente van en contra del cristianismo, en cualquiera forma que se presente en sus distintas denominaciones. De la cuna al lecho de muerte viven insertos en una definida religión cristiana, y a la hora de elegir a los que regirán la nación, se vuelcan sobre los que claramente accionan o han accionado en contra de la religión que- históricamente- les ha dado los derechos que ahora proclamamos y reclamamos para nosotros.

Solo quiero pensar lo que conseguiríamos los que nos creemos cristianos cristianos, cuando todos fuéramos sin otro impedimento, a no tolerar, sino lo que fuera en consonancia con lo más elemental de la doctrina de Jesús. Se ha prohibido hace unos meses la entrada en la basílica del valle de los caídos, solo por capricho o por dar la lata. La respuesta ha sido contundente. Iremos como sea. Hoy esa actitud ha conseguido que se vuelvan a hacer esos cultos en la propia basílica.

¿Se imaginan que todo Madrid y alrededores se hubiesen movilizado y precipitado al valle como un solo hombre? ¿Quién hubiera podido detenerlos? ¡Desde el primer día, hubiese habido misa en el templo! Esa actitud, aplicada a cualquier movimiento cristiano por causa de sus oponentes, no tendría contestación efectiva y sobre todo a la hora de votar. Sería irreprimible y pondría las cosas en su sitio. El de la libertad. Y sin generar odios.

No somos de derechas o de izquierdas; somos cristianos; no pasamos por la discriminación de ninguna clase, aun siendo perjudicial para nosotros mismos -no sobre el evangelio-. Queremos nuestra libertad, y respetamos la de los demás. Y sobre todo no tragamos que se incendie la puerta de un templo católico, ni que expulsen a unos evangélicos o se les dicrimine o agradan por ser molestia o no de agrado para los vecinos.

Rafael Marañón


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