sábado, 24 de marzo de 2012

PAN DEL CIELO





Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8).

El pan que nos da Dios de comer, ya no es el maná del desierto, sino el verdadero Pan del Cielo (Cristo) que alimenta nuestra vida integral, y no solo nuestros cuerpos. Es la fuente de agua viva, que no dudó en su infinita angustia, entregarse a la voluntad de su Padre, el Dios Creador y Sostenedor.

Aquello implicaba sufrimiento; humillación aun más terrible, que la que significaba descender del seno de su Padre y abajarse a hacerse humano. Todo lo soportó: Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su propio camino; mas Yahvé cargó en él el pecado de todos nosotros. (Isaías 53).

Así pues, comprobamos que el Evangelio es recibido con más alegría por los pecadores que se reconocen perdidos, y contemplan como Jesús le saca de su atolladero en que sufrían y gemían en su alma, y les ha dado un horizonte nuevo y una nueva vida por toda una eternidad. Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8).

Lo que se creen justos, fían más de su propia justicia que del amor de Dios, que incondicionalmente nos da la vida, y nos indica el buen camino para nuestra dicha. Dice el apóstol: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (Santiago 1:5).

Dios no hace las cosas a medias, porque eso no va con su grandeza. Si perdona, es que ha perdonado para siempre. No hay alma contrita que yendo a Dios con arrepentimiento, no encuentre una amnistía total y eterna. Los pecados han sido borrados para siempre. Ese es el estilo de Dios, y el que corresponde a una tan grande sabiduría, amor y poder.

El Evangelio no es una ley antigua, actualizada y mejorada, o un medio de salvación por buenas obras (las cuales son imprescindibles y consecuentes), pero más clemente que la Ley antigua. Es por este concepto, por lo que hay confusión en conocer a las personas por la cuales murió Cristo.

Tal como el fariseo que oraba, ellos creen que el Evangelio de Jesús, es solo para personas muy morales, y de vida recatada y sobria. ¿Es malo eso? se pueden preguntar algunos. No se trata de que menospreciemos las virtudes ciudadanas y personales de gentes que, por una u otra razón o ideario más o menos correcto, se portan con mayor justicia que el común de las gentes

De lo que se trata, es de que no es una cuestión abstrusa y escondida, solo para teólogos y gentes instruidas en los misterios de Dios, sino para los que ignorantes, descuidados o pervertidos “necesitan angustiosamente” la salvación, pues están absolutamente perdidos.

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