viernes, 1 de junio de 2012

PUREZA Y CASTIDAD



La pureza no está en la sexualidad sino en la inocencia y limpieza de corazón. Sexualidad es el marchamo de todas las criaturas, sean animales o plantas. Todo lo que puede morir, antes o después, tiene que renovarse. La sexualidad marca el camino de la criatura.

Pablo apóstol, dijo claramente que para dedicarse al Señor era conveniente, si no necesario, prescindir del sexo, que no es prescindir de la sexualidad. Distinguir entre ambas conceptos, es básico para entender las cosas del estado clerical.

Pienso que a los clérigos se les pide que no tengan esposa, no que no tengan sexo. Pablo tenía derecho, así como Bernabé a llevar consigo una hermana por mujer. ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? (1ª Corintios 9:5)

Él declaraba que no hacía uso de ese derecho, para poder dedicarse y en las condiciones que él se movía, a la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Era pues una abstención voluntaria y desalojada por una meta mejor, según la Revelación que recibió del mismo Jesucristo, según sus propias palabras: pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

El mismo Jesús se dio a sí mismo, porque estaba convencido y conocía que la obra que él hacía tenía mucha más envergadura que la simple práctica garañona de la paternidad. No quiero parecer hereje, pero creo que hay que tener el valor de manifestar lo que es la vida de la Iglesia a través de los tiempos.

El arcipreste de Hita escribía que todo clérigo tenía una dueña, y que el decreto del Papa cayó como un rayo sobre las costumbres del clero de su tiempo. La cuestión sexual es importante para todo hombre y mujer normal. Hacer el bien teniendo una "dueña" como decía el buen arcipreste, era algo digno de un buen clérigo. 

Ahora bien, si el establecimiento del Reino y la cooperación en él, han de hacerse necesariamente por medio de una disponibilidad completa, ya no es posible hacer lo que cada hombre natural hace para reproducirse. Son sacerdotes según el orden de Melquisedec y ya no necesitan reproducción como los judíos, sino según el Espíritu elegía a los que habían de ser ardientes propagadores del Evangelio.

Es cuestión de establecer prioridades. No es de recibo una castración a lo Orígenes o a lo cátaro, o una cuesta abajo en lo que de realizarse, supone una lesión o depauperación del principal objetivo que es el trabajo por el Reino.

Sobre esta materia pueden escribirse libros enteros, aunque sobre la disponibilidad o desprendimiento de toda codicia hay que hablar también. Cuando se hacen los votos tanto en el sacerdocio como en el matrimonio se hacen ante Dios, y vulnerar estos votos supone vulnerar la voluntad de Dios.

Esta se produciría en caso del matrimonio y supondría un menoscabo de la propiedad de La Iglesia en lo que respecta a bienes de culto o auxiliares. Bueno podemos extendernos hasta la puntualización de cada extremo a tratar sobre la materia. Es doctrina católica y la Iglesia Católica sabrá que hacer con sus sacerdotes y clerigos de otras órdenes.

Adán y Eva a los que el verso 5: 2 de Génesis llama Adán (esto es, hombre o ser humano; los dos) se reprodujeron de la forma más natural, y Abrahán con su mujer Sara, Jacob con sus mujeres y concubinas, etc. etc.

Pretender sublimar estas características de la reproducción natural, es ir más lejos de lo que está escrito y por tanto es salirse del pentagrama. Otra cosa es la sucia manera de conducir la vida sexual, como se hace modernamente por casi todos los países Occidentales. Pero eso es otra materia de estudio distinta.

En mantener omne huérfana, obra es de pïadad,
otrosí a las vibdas; esto es cosa con verdad;
porque si el arçobispo tien’ que es cosa de maldad,
dexemos a las buenas e a las malas vos tornad.


Juan Ruiz .- Arcipreste de Hita


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