
He bebido el amor en la fuente del Cristo;
He gustado el amor de mi madre María,
Y del Padre he gozado, de todo provisto,
Y de la fe he gozado la paz y la armonía.
Por absurdos caminos busqué mi salida,
Que falsarios roían con angustia y dolor;
Al mirar hacia el Cielo me sedujo la Vida,
Y en las cosas creadas, percibí a mi Creador.
Es tan alta y profunda la señal recibida
De la propia natura, en simpleza sin par,
Que avisté en un momento la fontana escondida,
Y me sobra la ciencia, y me enfada el azar.
Y a la dulce elección de Jesús percibida,
Acudí tembloroso en un fuerte clamor,
Me lancé despreciando el honor o caída,
Entregándome en brazos de mi tierno amador.
Ahora vivo libando, en la dulce promesa
Que en mi tórrido empeño me ha otorgado la fe,
Y en el rudo aquilón que me lleva a la huesa,
Ya no importa ni el como, ni tampoco el porqué.
He gustado el amor de mi madre María,
Y del Padre he gozado, de todo provisto,
Y de la fe he gozado la paz y la armonía.
Por absurdos caminos busqué mi salida,
Que falsarios roían con angustia y dolor;
Al mirar hacia el Cielo me sedujo la Vida,
Y en las cosas creadas, percibí a mi Creador.
Es tan alta y profunda la señal recibida
De la propia natura, en simpleza sin par,
Que avisté en un momento la fontana escondida,
Y me sobra la ciencia, y me enfada el azar.
Y a la dulce elección de Jesús percibida,
Acudí tembloroso en un fuerte clamor,
Me lancé despreciando el honor o caída,
Entregándome en brazos de mi tierno amador.
Ahora vivo libando, en la dulce promesa
Que en mi tórrido empeño me ha otorgado la fe,
Y en el rudo aquilón que me lleva a la huesa,
Ya no importa ni el como, ni tampoco el porqué.
AMDG.
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