martes, 28 de agosto de 2012

¡AH! EL AMOR


 
Decía un hermano muy versado y experimentado, que cuando se ama de veras a Dios en Jesucristo, hasta el pecado y las caídas más o menos importantes cobran un nuevo aspecto.

Estamos tratando con nuestro Padre Celestial, y nuestras estupideces (el pecado al fin y al cabo, es una estupidez), quedan relegadas a una incidencia normal entre el Padre u sus hijos. Bueno; es una forma de pensar, pero no está descaminada del todo. 

Nunca el padre levantará la mano para destruirnos sino que sabiamente aprovechará estas caídas para levantarnos con todo su amor (¿y quién mide el amor de Dios?) y nos volverá pacienzudamente (como hacemos nosotros con nuestros hijos) a nuestro lugar. Nadie mejor que él conoce nuestras peculiaridades, nuestras debilidades, inclinaciones y toda la tropa de flaquezas que nos acompañan en el diario vivir. 

Yo creo que este hombre estaba en lo cierto. Quien le ama de veras sabe agradecer una mañana de aire puro, unos pájaros volando raudos, o unas nubes preñadas de agua dispuesta a bajar de su altura para llenarnos de fruto y de gozo en toda la tierra. En ese estado de comunión y confianza con el Padre eterno y bueno, ya no hay miedo sino el consabido temor, a que frunza las cejas por nuestros desvíos o desvaríos alocados. 

La letra de la ley, ya solo sirve para guiarnos por el camino de salvación y comunión directa y viva con nuestro Padre y para vivir para siempre en las moradas que Cristo, según su palabra, preparó para los que le aman.

La Ley ya no es para mostrarnos el pecado de forma acusadora, sino para con una dulzura que no acabamos de entender ni disfrutar, señalarnos en donde hemos caído y en que hemos errado. Errores que hacen mal, no solo a los demás, sino también a nosotros mismos.

Lámpara es a mis pies y lumbrera en mi camino. (Salmo 119:105) Dios no trata de mortificarnos. Trata de liberarnos de las ataduras del pecado: sexo indiscriminado, envidias, malos sentimientos hacia otro, antipatías, y rivalidades entre otras muchas vulneraciones de la Ley de Dios. ¿Como puede ese amor ser indiferente a lo que les duela a sus criaturas?

AMDG 

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