lunes, 25 de noviembre de 2013

FILOSOFÍA Y REALIDAD



Es una necedad que las distintas religiones o grupos pretendan negar el mal, y revertirlo en una debilidad o en una locura. Eso no es de recibo. El mal existe realmente y todos podemos comprobarlo cada día. Evitar el mal por todos los medios es natural en las gentes corrientes, que no tienen ni idea de las cosas espirituales. Por eso estamos advertidos del dolor y de las penalidades que se han de superar para hacer efectivo en nosotros el Reino de Dios.

San Pablo dice a los cristianos: Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo.

Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están afuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros. (1ª Corintios: 5)
El cristiano tiene que obedecer las palabras del apóstol Pablo porque son la realidad más tangible. Nadie vive en el aislamiento. Hasta los anacoretas tienen algún contacto con el frío o el calor, visitas, enfermedades, o las inevitables molestias que acompañan al cotidiano vivir.

Dios no hace su Creación, para después privar a sus criaturas de algo que Él mismo les ha dado. Solo que hay una ley que yo llamo “el manual de instrucciones” para que convertido en Ley por los hombres, les ayude a superar los dolores y las dificultades de “nuestra naturaleza caída”.

El rico no sosiega por si le quitan algo, o lo dañaran para quitarle su dinero. El pobre anda siempre navegando contracorriente, porque no le alcanzan los pocos dinerillos que tiene y la enfermedad acecha. ¿Cuántos y cuantas suspiran el día veinte del mes, por poder llegar a fin de mes con el magro salario que perciben, y ven cosas necesarias que tienen que esperar porque no alcanzan los dineros?

El dolor está presente en todos los movimientos que ejecutamos las personas y es implacable. La vida entera se compone de dolor y de alegrías precarias, porque ante una gran alegría siempre la ensombrecemos con el temor de perderla, y en un gran dolor siempre se espera que “pase el vendaval” que nos aflige.


Añado aquí, porque viene al caso y aunque parezca fuera de lugar, que uno de los males peores es de de la “depresión”. Los que la han conocido, saben que es de lo más doloroso y atormentador que se puede suponer, por la persona que no lo haya padecido. Y hasta recibe burlas de los que, al no padecer, ni siquiera imaginan el dolor del enfermo.


AMDG. 

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