domingo, 8 de diciembre de 2013

EL CRISTIANO Y LAS GENTES

 
Es un hecho el que un cristiano que se esfuerza en la santificación diaria mediante la oración y la sobriedad, no va con tal comportamiento a ser muy popular. No obtiene el reconocimiento de los demás.

Estos escucha solo a su capricho y su egoísmo, y no pasan por la humillación y el camino de contracorriente que llevó Jesús a lo largo de toda su vida. Es natural, porque ellos no son cristianos de verdad, sino que llevan un designio mundano cuando entran en contacto con los misterios de la religión.

Estas personas no es que sean malas, sino que todos nosotros estamos bajo el estigma de la caída y la desobediencia consiguiente. Nosotros, los que vamos tras el Cristo con nuestras caídas y flaquezas humanas, sabemos que estamos bajo la Gracia de Dios. Tal fe en Él es un don maravilloso del cual estamos muy ufanos.

Ahora podemos llevar una vida correcta, con el esfuerzo propio del que practica el amor a Dios y con el correspondiente cumplimiento de sus mandamientos. Estos son una guía inestimable para los que andamos muchas veces en la oscuridad, y otras en la contradicción de todos.

Cuando Jesús dijo: los enemigos del hombre serán los de su casa”, sabía bien lo que decía. Lamentablemente los amigos y relaciones, hacen girar nuestro comportamiento con la regla de su conciencia o de su forma de vivir y pensar. Estos son los que adelantan su opinión sobre cualquiera, sin querer saber que sus reglas no son validas a la hora de valorar una situación ni una persona.

Cuando hacen una valoración o un juicio se equivocan siempre, porque no aplican la regla de Dios sino su propia regla. De esto se sigue que siempre andan errados, al desconocer los móviles que nos mueven a los que estamos en la onda de Dios. Cuando aplican sus propios reglas y designios, es cuando se equivocan invariablemente.

Y así vemos latrocinios, injusticia y sobre todo el desconocimiento voluntario de la verdad. Es la verdad la que aborrecen. Consecuentemente, vemos el mundo actual despojado de cualquier valor que valga la pena, con dictaduras horrorosas y a la vez venerando la "santa democracia", porque ellos creen que se pueden dar a sí mismos un camino distinto del que Cristo nos señaló tan amorosa como pleno de esperanza.

Y esta es la situación general. El cristiano vive en otra esfera de la realidad en el basamento de su fe. Fe del que sabe que ha sido elegido para una vida eterna, en la que ya no tendrá obstáculos para adorar y gozar de Dios y de bendito Cristo en la Paz del amor y la justicia.

AMDG    


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