lunes, 2 de mayo de 2011

MISIÓN PROFÉTICA

 

Mi querido amigo: lo es, porque considero amigo a todo el que dignifica, con su palabra y su conducta, el nombre de Nuestro común Señor Jesucristo. Quiero que sepa por darle un consejo al que lo merece; que usted no pueda extirpar la maldad y la idiotez de este mundo nuestro. Dios nos creó así y el pecado nos transformó también así. Como todo está bajo el control de Dios nosotros solo podemos hacer lo que se nos ha mandado, que no es nada de otro planeta; simplemente lo que dijo Jesús: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15)

Está claro que la misión de la Iglesia Universal, es la de proclamar el Evangelio. Se puede hacer con la palabra y las acciones que vayan dirigidas por el Espíritu Santo de Dios, ahí existe como un abanico de colores de acciones varias, que ya, el mismo paso de Jesús por estos pagos  proclamó a todos. Misericordia, perdón, alegría de vivir, y tantas cosas como distinguen al discípulo entre las que destaca por su gran  importancia la humildad, que es la señal pura y clara de que lo que hacemos, es por obediencia y no por afán de éxito que poder exhibir para adquirir relevancia.

Habrá veces en que te alegrarás de que algún alma se convierta, pero ten presente que somos solo instrumentos y que la acción es del Espíritu, que es el que verdaderamente convence y arrebata a los que elige. Nosotros solo somos vehículos o instrumentos, de los que Cristo se vale para anunciar su nombre bendito a todo ser que pueda escuchar y creer. Ni victoria ni derrota nuestra. Lo nuestro es trabajar.

Yo leo mucho, como que es mi vicio, y no mi virtud, y veo tales distorsiones de la doctrina evangélica, que me extraña que no pueda sufrir mi estabilidad cristiana. Ni quiero figurarme lo que estas disquisiciones, tan varias y algunas arrogantes y carnales hará en otras personas, tal vez más inteligentes aunque más impresionables y con menos interés y discernimiento.

Arregui, Küng, Pagola, y tantos más, maltratan al Evangelio cuando desde el catolicismo pretenden cambiar la Iglesia, de anunciadora del Evangelio en una ONG benéfica para pobres, y dejar atrás la gravedad y majestad que le corresponde como divulgadora de los divinos misterios. Que lo hagan mal, según su percepción, solo indica que las grandezas del Reino han sido puestas por Jesús en manos humanas, y como humanos somos a veces una catástrofe.

Yo simpatizo con sus ideas, y me parece bien que se lancen ideas nuevas, conforme las sociedades destinatarias del mensaje evolucionan con la técnica y los avances científicos. Me parece bien su llamada a una transformación en la predicación y en la forma de hacer las cosas, pero no sé a ciencia cierta si los cristianos deben concebir la Iglesia de Dios como cosa deletérea y anárquica, pues hasta los hamish tienen un modo jerárquico con el que realizar en la unidad, las expresiones externas de la Iglesia.

Ahora critican el abandono que, según ellos, el Papa dio al obispo Romero, al que riñó porque estaba metido en política. Ese es el motivo por el que no desean que el Papa sea declarado beato. Esto aparece como algo intrascendente, porque Juan Pablo sigue siendo el mismo, beato o no beato, y no creo que estas cosas sean de tanta importancia. Un teólogo (de esos tan importantes) al ocuparse de estos asuntos, está  fabricando una trascendencia no espiritual. El que sea declarado santo o no, lo valorará, el mismo que ha de juzgar a vivos y muertos. Pero así van las cosas.

Rafael Marañon  2 de Mayo de 2011      

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