jueves, 5 de mayo de 2011

SERENIDAD


PAZ A LOS CERCANOS
Y PAZ A LOS LEJANOS DE PARTE DE DIOS
ESO ES EL EVANGELIO.

Lo que puedo arreglar lo arreglo, lo que no puedo lo acepto. Esa es la actitud correcta. Los hechos que tanto dolor nos hacen, aquel abandono, aquellas agresiones, resultan buenas al fin, porque proporcionan un asidero más fuerte a la voluntad de Dios, y nos acercan mucho más a Él. Al que ama a Dios todo esto le resultará muy comprensible.

Las reacciones instantáneas que todos tenemos, según nuestro temperamento, son del hombre viejo y ésas hay que hacerlas morir con él tan pronto aparezcan. Velad y orad, dijo Jesús (Mateo 24:42).

En tales ocasiones parémonos, reflexionemos y miremos a Cristo. En Él sí, encontraremos la buena guía para afrontar cualquier eventualidad, con acción de gracias por lo adverso o favorable, porque en Cristo todo nos es provechoso.

Aquel hermano que en la iglesia fue víctima de celos, envidias, y sus hechos torvamente interpretados, comprendió que aquello fue necesario para distinguir mejor lo espiritual de lo mundano.

Lo que en un principio fue una experiencia dura y decepcionante, mediante la reflexión en la fe, resultó en una mejor comprensión de las debilidades humanas, entre las que se encontraban las suyas propias, que los juicios adversos de los hermanos prejuiciados le hicieron ver.

Miró la situación con «ojo bueno» y aprendió a amar aun a pesar de aquellas situaciones tan ostensiblemente penosas y comprobó, como el poeta: Su locura en su arrogancia; mi humildad en su desprecio (Lope de Vega).

Tal vez los otros le vieron también a él así, por lo que aquella situación le obligó a mirarse a sí mismo y obtuvo un gran provecho de ello, cosa que tal vez no habría hecho si no hubiera pasado por aquellas pruebas.
Rafael
AMDG















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