¡Padre Bendito! Nosotros nos hemos rebelado, nos hemos amotinado contra tu autoridad, y al salirnos de
tus manos tenemos que bregar con la
vida sin norte y sin guía. Detestamos tu paternidad y orientación, y nos vemos abocados a la
autodestrucción.
No de otro modo podemos explicarnos el
cúmulo de angustia, carencias, y frustraciones que padecemos; todos
provenientes de este abandono de
su protección y amor, que hemos despreciado, de tal manera,
que lo hemos convertido en un tal odio que, al no poder proyectar contra Él ¿quien subirá a ti? (Romanos 10:6)) lo descargamos sobre
sus servidores.
¿Pero es que no estamos viendo como se
ponen rejas y se instalan cámaras de video, así como alarmas y otros mecanismos
para protección de nuestros semejantes? ¿Qué seguridad tenemos en este mundo
peligroso, en el que solo la policía y la cárcel
persuaden precariamente de los destrozos que nos amenazan cada
día?
El trabajo que se puede perder, los
peligros de quedarte sin una ocupación remunerada, y no poder llevar a tu familia los bastimentos necesarios para su vida y su
desarrollo. Todos
estos, y muchos más elementos nocivos componen la vida de todos, y si esto es
seguridad que lo vendan ellos como seguridad. Yo no lo veo así. Máquinas infernales de destrucción se ciernen sobre nosotros, y seguimos
postrados ante los idolillos que nos ofrecen por los más distintos canales.
Y es que en la seguridad crece la
jactancia y el orgullo, que creemos que proviene de nuestro propio poder,
y que solo es resultado de que nos vayan bien las cosas. ¿Cómo van a andar bien
las cosas si padecemos una codicia en cada cual, que de no extirparla Tú nos
haces ser crueles unos contra otros? Son los cimientos de unas falacias y
mentiras más que evidentes, y que todos nos tragamos como si fuesen verdades. Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. (Jeremías 8:20)
El mundo se agita, se enconan unas naciones contra otras,
y así contemplamos tantas tragedias cotidianas. Ciudad contra ciudad, aldea
contra aldea, familias enemistadas, amigos disgustados que han convertido el
cariño y la comprensión mutua en rigor y distanciamiento. La muerte reina sobre
la humanidad; La presencia de Dios, tan precisa para vivir, ha sido puesta
fuera de nuestras vidas por nuestra causa
y desprecio. Solo somos reos de alejamiento voluntario.
Ten Señor misericordia de todos
nosotros, porque solo podemos estar bajo tu misericordia. ¿A quién iremos? (Juan 6:68) Somos endebles en fe y en
esperanza, y nuestras vidas transcurren
en días, meses, y estaciones baldías y sin provecho. ¡Retén tu indignación!
porque no podríamos resistir tu ira tan merecida.
Solo Tú puedes comprender la atrocidad
de nuestro extravío y nuestra postración, tanto como personas, y
también como sociedad. Muerte, injusticia, violencias, imperan más o menos
ocultas. Solo podemos esperar en ti, y en el amor que tienes por tus
criaturas; por ello insistimos en oración atribulada y continua.
Y acabo
Hoy por hoy es realidad el versículo
con el que termino este trabajo: Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de
violencia. (Génesis
6:5) ¿Nos suena?
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