Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto,
así es necesario que el
Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no
se pierda,
mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo
para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero
el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación:
que la luz vino al mundo,
y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas.
(Juan 3: 14
al 19)
Esta bellísima afirmación de Jesús a Nicodemo, que era un principal entre
los judíos, erudito y no un cualquiera, lleva una carga maravillosa de verdad y
esperanza, para los que creemos que nuestros pecados son borrados por la sangre
de Jesucristo.
En Él somos
todos los que creemos salvos de responsabilidad ante Dios. Él es el boleto de
entrada a la vera del Padre que nos tratará como a hijos amados. Siempre he
sostenido que haciendo hablar a la Santa
Escritura, es la mejor forma de entender los misterios de
Dios. Nosotros somos poco menos que pobres (bien intencionados), empeñados en aclarar
lo que está claro.
Nadie piense en salir por sus méritos
de esta cadena perpetua que es la separación de la vida de Dios, porque son
nuestros mismos méritos, dados por su Espíritu, de Dios los que nos han traído
a esta penosa situación. La misma calidad de los dones, nos ha hecho soberbios
cuando ¿qué tenemos que no hayamos recibido de Dios?
De la misma manera que Moisés puso la serpiente en lugar donde
todos los mordidos por las serpientes pudieran verla, y solo se curaban del la mordedura venenosa cuando miraban a la serpiente de bronce, así Cristo elevado para que
todos puedan verlo (El Evangelio de la cruz) ha de ser mirado en la confianza
de que Él es la curación eficaz y gratuita.
¿Como es posible que la curación de todas nuestras enfermedades
espirituales (que tienen mucho que ver con las físicas) sea tan simple y que
todos nos neguemos a aceptar tal salvación? Si el Evangelio dijese que Cristo había
dicho que matásemos, que robásemos, que hiciéramos el mal, podríamos negarnos
ante esta perversa doctrina. ¡Pero el Evangelio que solo habla de paz, de alegría,
de solidaridad, en suma, de amor, pueda ser rechazado! ¿Hay alguna doctrina más perfecta?
Quiero dejar claro que no desisto de
clarificar la espesa materia de la predestinación, pero antes he creído
necesario dejar claro lo que Jesús dijo a un notable conocedor de la Escritura , para que su
palabra sea principio y fin de toda discusión.
Como somos tan complicados y somos
tan proclives en complicar lo simple, tratando de mostrar nuestra “erudición”, complicamos
todas las cosas en que nos metemos. Todos los cristianos sabemos que Jesucristo
es el mediador entre los hombres y Dios. Sabiendo esto, podemos extender
nuestras indagaciones y teorías hasta donde queramos.
Siempre guardando los preceptos y usos que la Iglesia ha venido creyendo
desde milenios atrás. ¿Para qué tanto divagar, cuando cada uno lleva en su
corazón un teólogo que quiere servir a Dios de la mejor manera? En la próxima
inserción seguiré hablando de las citas bíblicas que avalan la predestinación,
y la justa manera de resolver las aparentes o posibles desviaciones.
Seguirá.
AMDG
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