
Claro que es como usted dice: la humanidad, desde la famosa Torre
de Babel, se ha esforzado en hacerse a sí misma unas leyes y unas ordenanzas
que, ignorando a Dios, se muestran impotentes para dar a cada persona la
felicidad tan buscada por todos. Las leyes de Dios, aumentadas en sublimidad por
Jesucristo, son despreciadas por casi todos. El mundo anda como vemos que anda.
Usted me dirá si el mayor enemigo del hombre no es el hombre.
Hemos oído de guerras, atropellos, intolerancia, persecución, auto inmolación,
reventando a la gente, aunque le cueste la vida al que lo perpetra. Opresión de
los grandes, y abandono de los pequeños. La ignorancia campa por sus respetos, las
personas son una triste imagen de lo que podrían ser si las ordenanzas de Dios
para vida se llevaran a cabo.
La gente está triste, y por ello tiene que acudir a los
“entretenimientos” y los espectáculos de masas como masa que es. Machacados por
la tribulación que es renegar de la voluntad de Dios, han de “divertirse” por
cuanto su espíritu está vacío y han de llenarlo con espejuelos del diablo que
al hombre natural resultan muy atractivos.
Y así dice el Señor a Jeremías y por tanto a todos nosotros: Guarda tus pies de andar
descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna
manera, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir. No hay que insistir en ello, porque ya conocemos
las secuelas de la droga, el alcohol, el juego, y tantos vicios como nos rodean
sin necesidad de hacer un catálogo de ellos. Ya
son en muchos una enfermedad que les hace sufrir como ninguna otra.
Solo encuentran alegrías en que sus finanzas marchen bien o que
su equipo favorito gane al oponente. Goebbel, ministro nazi, decía poco más o
menos: la estupidez de las masas solo es
comparable con su falta de memoria. Y
demostró la realidad de este aserto. Los cristianos no podemos ser solo masa.
Poseemos alma y sentimientos. Y así vemos como masas enormes
acuden a un evento maléfico, por cuanto ellos no se perciben de aquello es una
trampa del diablo. Ellos creen que socialmente es bueno y espiritualmente
también. Gran error, pues son esclavizados por lo que ellos creen que dominan.
La razón es invocada por los más irracionales, y se pone como
oponente a la fe. Es como tratar de demostrar que los hombres y mujeres de fe,
son tal como ellos nos prefieren irracionales y estúpidos. Nada de eso. Aunque nos juntemos para un acto o
un rito cada cual tiene su propia sensación ante los misterios. No somos masa
que produce gritos de ¡gol! con tal unanimidad que dan pena. Solo en estas cosas
pueden concentrarse los que acuden a cada cuatro pasos a la diosa Razón.
Y estos son los menos, puesto que la mitad larga del globo es
analfabeta y su crianza es poco menos que salvaje y lamentable. ¿Estos eran los
resultados de la “razón” y la “educación” en “libertad”. ¿Qué razón? ¿Qué
libertad? ¿Desde cuando, hacer lo bueno como estipulan las bienaventuranzas
está proscrito? Reinan la hipocresía y la sinrazón, el caciquismo es sustituido
por la prostitución, disfrazada de indiferencia por los sentimientos de los
demás.
Todos a
una se prostituyen, y así hacen verdad el clamor de Miqueas y todos los profetas:
Faltó el
misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos
acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.
Para completar la maldad con sus manos, el principal demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su
alma, y lo confirman.
El mejor de ellos es como el espino; el más recto,
como zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora
será su confusión.
No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la
que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca.
Porque el hijo deshonra al padre, la hija se
levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre
son los de su casa. (Jeremías 2:25)
AMDG.