viernes, 27 de mayo de 2011

¿INCIRCUNCISOS DE CORAZÓN?


 

Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres trasgresor de la ley.
   Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios. (Romanos 2:27-29)

Siempre que se lee este pasaje sobre los judíos, viene a la mente la pregunta ¿se puede trasladar esta afirmación a los cristianos? Creo que sí; rotundamente, creo que sí. ¿Estamos circuncidados espiritualmente para Dios, pero no le damos a la salvación, la majestad, y la trascendencia que se les debe, por ser de tan decisiva trascendencia para nuestras vidas.

Decía un antiguo clérigo, que las cosas de afuera nos ciegan ante las postrimerías de todo ser. Ahora con tanta información, y los espejuelos de la vida moderna con sus adelantos técnicos, parece que esta cuestión está fuera de todo pensamiento. Cuando se habla de morir, el terror por la mención se deja ver en todos.

Por supuesto hemos sido creados para vivir y a nadie le gusta la idea de morir, aunque todos sabemos que es algo ineludible. Pero sin fe y sin esperanza, la verdad es que es difícil; así vemos los comportamientos de muchos, que apuran la vida con sus malas consecuencias para ellos, solo porque creen que todo lo tienen aquí en esta esfera de la vida.

Despiertan la envidia de muchos, que les ven mofarse de todo lo sublime, y prosperar hasta que les llega el día de la derrota y la muerte, que a nadie perdona. Nadie escapa de las postrimerías de la muerte, el juicio, el infierno o la gloria. Se dice que nadie ha vuelto de allí para decirnos lo que hay, pero Jesús resucitando nos dejó bien establecidas las cosas escatológicas, y tenemos abundantes testimonios.

Que hay quien cree más a una revista o periódico amarillo que a las Escrituras es obvio, pero eso no quita nada de poder al testimonio del Evangelio. Por el contrario la refuerza. La sangre de los mártires era y es la semilla de nuevos cristianos. Cada cual, en cierto modo, se labra su salvación o su ruina. Que unos hombres jugándose la vida, las familias, los bienes, y se lancen a proclamar el mensaje evangélico, ya dice mucho de los testimonios de aquellos hombres.

Que San Pablo desprecie, y se ponga en contra de los privilegios de que disfrutada como fariseo y hombre de confianza de los poderes religiosos, dice mucho de la realidad de las revelaciones, y de la clara noción que tenían aquellos primeros cristianos, que  habían oído y como dice Juan, visto y palpado, a Jesús. (1ª Juan 1:3)

Nadie puede quedar donde no gusta estar, y así unos se acercan a Dios, y en Dios viven desde ahora, y por la eternidad. Otros en cambio, desprecian la salvación de Jesús, y durante la eternidad sufrirán eterna damnación, apartados de la vida de Dios y de la Gloria de su poder. (2ª Tesalonicenses 1:8,9)

Crea cada cual lo que quiera, que la verdad prevalece invariablemente, y seguirá triunfando como corresponde a su grandeza. Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare eso también cosechará. (Gálatas 6:7) Y eso es lo que hay. Nadie se queje de no conocer, pues estamos una legión de testigos, dando a conocer el camino de la salvación por la sangre de Jesús. El que ignora, ignore.

Nosotros, nos ponemos bajo la misericordia de Dios continuamente, pues el viejo hombre pugna siempre por salir a la palestra para dirigirnos por el camino de oscuridad. Resistamos por gratitud a quien dio todo por nosotros, y por nuestra propia conveniencia.

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