viernes, 27 de mayo de 2011




La voluntad de Dios, es su amor expresado en nosotros y a través de nosotros. El amor a Dios quita el amor propio, así como por el contrario el amor propio oscurece o anula el amor a Dios. (D. de Estella). La mayoría de la gente pretende andar por estos dos caminos, y por eso no alcanzan el fin de ninguno. Intentan avanzar con un pie en uno de ellos y otro pie en el contrario y, naturalmente, no pueden progresar por ninguno ¡y se sorprenden!

Merecen que se les diga como hacía el profeta a los que andan así: ¿Para qué discurres tanto cambiando tus caminos? (Jeremías 2:36). No más vacilación, no más titubeos. Es decir a Dios con decisión: Conozco, Señor, que el hombre no es el dueño de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. (Jeremías 10:23).

Es, pues, Dios el diseñador y dueño de nuestras vidas, nuestros caminos y nuestras circunstancias. Podemos asumir y creer a la Escritura: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. (Isaías 30:15). Jesús enseñó para nuestra perfecta paz: Hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. (Mateo 6:10).

Cuando oramos así, ¿qué estamos diciendo sino que no sólo en el cielo y en la tierra, sino en nosotros que vivimos tanto en una como en otra dimensión, también se cumpla su voluntad? Nuestro propio deseo lo contamina todo, y nos lleva a la desgracia y al dolor, y sólo negándonos conscientemente a ese nocivo querer es como vamos derechos por el camino de Dios (R. TAGORE).

¿O es que con nuestro poder podemos impedir que en la India, en África, o en parte alguna suceda lo que sucede o se haga algo distinto? Dijo Jesús: ¿Y quién de vosotros podrá por mucho que se afane aumentar su estatura un solo codo?  (Mateo 6:27). Los afanes y terquedades son causa de discordias y enemistades, porque si uno no quiere, dos no riñen, como dice la sabiduría popular. Pues si esto dice la experiencia falible del hombre, ¿no será mejor aún y además concordante con nuestro propio beneficio la enseñanza de Cristo? Él dice: No resistáis al malo. (Mateo 5:29)

La inmensa mayoría de males, provienen a causa de nimiedades sostenidas con terquedad. Si no resistimos no hay riña. El apóstol Pablo, recomienda vivamente a los suyos: No seáis sabios en vuestra propia opinión... Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal (Romanos 12:16, 18, 19, 21).

Con la mansedumbre ante Dios y el prójimo se abaten odios, se apagan rencillas, se suavizan las relaciones entre los hombres, y se da lugar al reino de la paz. En él todo trabajo sosegado fructifica con las bendiciones del Padre.

Cristo nos dio ejemplo con sus palabras y hechos. No fue hallada mentira en su boca. ¿No hemos de creerlo? ¿No tenemos sus discípulos que andar como él anduvo? (1ª Juan 1:6). Hay muchos que dicen constantemente: ¡Quiero, quiero! ¡Qué palabras más nocivas y qué mortal equivocación! ¡Tanto querer! Solo querer la gloria de Dios. Eso basta.

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