sábado, 18 de febrero de 2012




SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN

Hay importante cantidad de cristianos que piensan que su salvación no es segura, y por ello se angustian y en muchos casos desesperan de ello. No entiendo como alguien que ama a Cristo sinceramente, y le conoce bien, puede esperar que Él le deje en angustia, y que al final le condene a perdición. Eso es llegar a la idea del “Condenado por desconfiado”

Es congruente con esta idea la afirmación de San Pablo: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Carta a los Romanos).

¿Cómo puede pensar nadie en que a los que le aman les rechace, porque ellos no supieron sostenerse en una línea de Ley que él mismo abolió. La Gracia de Dios no es de quita y pon, sino una acción constante para que los suyos sean iluminados y crezcan continuamente en el conocimiento de su sabiduría y amor.

Hay muchos que creen que en su última hora pueden “ponerse a bien” con Dios, como si fuera posible despreciarle y después, cuando conviene, resolver el asunto; como si tuvieran seguridad de que tendrán esa ocasión, o si en medio del dolor o la sorpresa de una muerte instantánea, fuera posible para el réprobo hacer una maniobra que engañe a Dios.

Hay un amigo que dice que es calvinista y “supralapsario” y se excusa de que eso moleste a algunos. Creo que no va a molestar a muchos porque el calvinismo en España es poco conocido y las gentes, salvo excepciones, ni siquiera saben que es “supralapsario”; es lenguaje calvinista.

Las gentes no profundizan en el estudio de la salvación porque entre otras cosas no saben que se van a salvar, puesto que la idea del infierno del réprobo se les ha presentado casi siempre de forma grotesca y no creíble.

El que pierde a una persona amada, que se aparta de él, sabe bien lo que es un infierno cuando esta persona amada va con otro semejante. Es un remedo humano del infierno de verse apartado de Dios. Partiendo de esta premisa de verse apartado de la vida de Dios comprende, como el drogadicto, que ya es casi imposible volver atrás.

Recuerda la fortuna que dilapidó en el vicio, y se ve mucho más desgraciado que el que conserva su familia, y el “drogadicto irredento” los ve estar juntos y felices. Siempre que trato sobre este asunto, menciono siempre el “agravio comparativo” porque refleja bastante bien, la diferencia de estar con Dios en dicha y paz, y pasar una eternidad (presente eterno) envuelto en el mal y la desdicha.

En esta vida, aun hay esperanza y, poco o mucho, todos intuyen que detrás de esta vida hay algo especial; que la fosa no es la salida. Cuando llega la irreversibilidad de la separación eterna de Dios, verán como despreciaron sus dones y su tremenda obra, y se lamentarán de no haber hecho más cuentas de ella. Ya están perdidos.

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