lunes, 26 de marzo de 2012

DIOS HASTA EN LOS POSTRES

 




Existe entre los llamados intelectuales un prurito de escuchar la palabra Dios por todos los lugares donde los más majaderos fingen que Dios les dice que hagan esto o aquello. Palabreros y farsantes.

Entre los candidatos republicanos existen muchos que invocan a Dios, y unos son mormones, otros del Opus Dei, y los más son presbiterianos, etc. Muchos críticos se oponen de plano a que se invoque el nombre de Dios, porque estiman que la política no tiene nada que ven con la religión. Bueno, es su pensamiento.

Yo creo que en España, sin ir más lejos, se ha demostrado que la religión tiene mucho que ver con la política. Y creo que hasta son materias imposibles de separar. Por ejemplo en los países musulmanes la política va encadenada con la religión de tal manera que es imposible desligar la una de la otra.

En Europa creen que la Torre de Babel, Sodoma y Gomorra, se han inventado hace unos pocos años. Ya en el medioevo, según Ortega, los jóvenes y menos jóvenes, practicaban más o menos abiertamente la fornicación, pero era de otro muy distinto modo.

Las actuales y retorcidas técnicas sexuales, no se habían inventado, aunque algo se sabía de ellas, y normalmente en capas de población de renta alta y ocio suficiente. Son dígase lo que se diga, aberraciones sexuales, traídos por el ocio, la curiosidad, y el hartazgo, aunque algunos digan que es peor lo que se llama el “uso garañón de la paternidad” por aburrida y vulgar.

A veces bastaba un pajar apartado, y no de la manera tan genérica y promiscua como ahora, en que parece haberse inventado el sexo ambiguo. Bastaba la fuerte atracción y el deseo de satisfacerla, pero de ninguna manera de la forma mórbida como se busca ahora entre los descreídos.

La religión mal concebida es política por su influencia en las pautas de la vida de los pueblos, y la política está al servicio de la religión o no es política. Está llamada a fracasar, antes o después, si pretende extirpar las ancestrales formas de creer de los pueblos, sin sustitución alguna. Siempre parece ser que se sustituye por una ideología, que al fin y al cabo es una nueva religión.

Si extirpas una religión, has de inventar otra que la sustituya. El ser humano es deísta, porque sabe que hay mil cosas que no comprende. Se va a Dios y allí se encuentra ubicado de cualquier forma como lo conciba.

El Dios de las aztecas o el Tengri de los mongoles, o los dioses del panteón griego, romano, egipcio, etc., son clara evidencia de que al ser humano no se le puede despojar de lo trascendente. Ha nacido, y tiene que saber porqué. Existe y sabe que es por algo. La respuesta no se la proporcionan los sabios. La religión le da pautas para ello, por muy desviada que sea. Hasta el Big Bang les parece creíble.

El cristianismo ha descubierto con la Revelación los misterios que se forjan en el pensamiento de la inteligencia que llamamos Dios. Jesús merece todo el crédito y los resultados de su doctrina y su influencia tanto en el orden moral como en el de convivencia “política” demuestra su efectividad. Como todo lo que cae en manos humanas sufre abusos y desviaciones pero la verdad permanece.

               Su influencia ha crecido enormemente y los más sabios y conocedores terminan demostrándose a sí mismos al final de sus elucubraciones y descubrimientos que la doctrina de Jesús es la perfecta estructuración del pensamiento de forma inacabable.

              Es lo que San Pablo decía: Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.  
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. (1ª corintios 10:10 y 12)

AMDG.


No hay comentarios:

Publicar un comentario