lunes, 26 de marzo de 2012

UTOPÍA MARXISTA


                        Thomas Moore
Estimado: gracias por su mensaje, con muchas preguntas y argumentos que para mí no tienen mucho valor, porque se fundamente en una búsqueda de una utopía que desconoce totalmente la condición humana. Solo por este elemento de discusión, creo que está errada desde la base y más bien desde la primera palabra.

Ya Thomas Moore en su “Utopía” pretendía un lugar apartado (una isla) en la que todos eran buenos, benéficos, y nadie padecía de sentimientos casi irresistibles y no alentaba deseos y codicias, y por lo tanto todo lo que se hiciera era bueno sin fisuras. Esa no es la Utopía cristiana. Jesús sabía la condición humana como nadie, y por ello era tan proclive al perdón. Porque conocía sobradamente nuestra flaqueza.

Los marxistas tienen razón en que “la religión es el opio del pueblo”. Primer aserto que se cae en cuanto se profundiza y se demuestra, que la religión es por el contrario la felicidad y la alegría del pueblo, que sabe que sus mentores y protectores de esa clase de idearios,no conocen una papa de todo lo que dicen, y que sus teorías fallan desde la misma base.

Veamos ¿desde cuando la creencia de la existencia de un ser superior llamado Espíritu de lo que sea es opio para nadie. ¿No es más bien opio las miles de ideologías con sus variantes las que han hecho del pueblo prácticamente un pelele? ¿Que se pretende que todos seamos iguales? Una bella chica no es igual que un viejo quisquilloso como yo.

Y esto solo con decirle que todo es bueno, y que cualquier cosa que se haga sea buena o mala, se puede hacer siempre que sea a favor de la ideología? (religión impuesta por los jerarcas). El ser humano queda convertido en una hormiga que trabaja instintivamente para el hormiguero, sin saber nada más que al fin tiene que morir. ¡Pues vaya negociete!

Hay muchos que indebidamente enseñados, o desengañados por su discrepancia sobre la misión de la Iglesia, han fundado religiones (hablando solo de las cristianas) fraternidades, conventículos, y criticando a la Iglesia católica por lo del Palacio Vaticano, erigen otras comunidades a las que atribuyen la complacencia de Dios y construyen sus propios vaticanitos.

Bien es verdad que muchas de las denominaciones que se crean cada vez que a alguien se le ocurre fundar una, se expanden en medio de la mediocridad, y las fluctuaciones de humor de los dirigentes. Dicen ser todos de un mismo sentir, pero no consiguen formar una asociación única que dé satisfacción a las distintas mentalidades.

La unidad no se realiza y andan con sus muchas o pocas luces, detrás de un misterio que no pueden descifrar, porque no pueden desde la inteligencia humana, discernir el misterios de la salvación de la raza perdida y angustiada. Sola en un espacio casi infinito e inalcanzable. Inermes y débiles tenemos menos porvenir que un animal. El camino de Cristo supera todas y cada una de estas mentalidades a muchas millas de distancia.

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