
“Censurar a otros”
Continuamente nos sorprendemos a nosotros mismos censurando acremente a otros. Posiblemente lo que pretendemos de buena fe, es mostrar preocupación por el hecho que nos lleva a la crítica. Si miramos a las personas (y apretando, a los hechos) con ojo bueno, veremos siempre un aspecto positivo.
Algo de bondad en el mismo hecho malo, o de ejemplo para nosotros, para que no caigamos en la misma falta o error. Lo que nos disponemos a exigir a otros debemos de mirar si nosotros lo cumplimos. Y así decía Jesús:
No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? !Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. (Mateo7:1,6)
No podemos pedir a otros respeto y consideración para nuestros fallos (porque tenemos fallos), si nosotros desde mucho antes de ponderar un hecho, no estamos dispuestos a absolver para ser absueltos o por lo menos, a ponderar el hecho desde la más completa información posible. En la iglesia todo se hace para edificación. Si algo no edifica se deja, y a seguir nuestro camino. Solo Dios conoce lo que hay en el corazón de cada humano.
Nota: a los conocedores que me lean, y consideren obvio para ellos lo que escribo, les ruego que consideren que escribo para toda clase de personas, y algunas no están tan puestas en estas materias. ¡Gracias a todos!
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