domingo, 2 de septiembre de 2012

AMAR AL HERMANO (JUICIOS) (3ª Parte)



  
Lo que dice la Escritura con tanta elegancia y acierto, nos lleva a renunciar a los juicios temerarios que usurpan el oficio de juzgar, que es de Dios. Hagamos el bien, sin esperar más recompensa que la de saber que Dios está por encima de todo, y que estamos ante él con lo bueno y lo malo que hayamos hecho.

Como decía David cuando pecó con Betsabé: Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. (Salmo 51:4)

Todo está abierto ante Dios, que todo lo ve y todo lo penetra, aun lo más recóndito del corazón humano. Así que seamos conscientes, y aunque sea por la compasión existente en cada ser humano cualquiera que sea su creencia.

hagamos bien a nuestros hermanos y más aun si son hermanos terrenales, porque la angustia y el hambre de pan y amor, solo se elimina con la aportación de nuestra comprensión… y nuestro sometimiento a la voluntad de Dios

Acabo con un texto primorosamente engarzado, que dice más que todos los tratados que escribamos los hombres y mujeres, porque tales textos están basados en las certidumbres que da la inspiración del Espíritu de Dios. No nos hagamos vanagloriosos equivocándonos, porque la hora de la verdad llega para todos, queramos o no.  

Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Santiago 1:25 y ss.) Lo que hagan otros, no es relevante.

Y a los que dicen tener mucha fe, alaban y piden al Señor todas las cosas en su necesidad personal, les entrego otro texto que se explica mejor que si se reuniesen los mayores narradores y filósofos de todos los tiempos:

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. (Santiago 2:14 y ss.).

Dios nos bendiga a todos.

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