miércoles, 3 de octubre de 2012

LA LIBRE ENTRADA



LA LIBRE ENTRADA

La entrada en el seno del Padre eterno (de donde hemos sido apartados por el pecado) es una sola, y es la que él ha determinado desde la eternidad; Cristo. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10:7) Hay algún cortito que dice que un hombre no es una puerta. La ignorancia es muy atrevida y a veces ridícula.

Dios ama a sus criaturas, pero no ama sus pecados. He aquí que ha provisto de un ser puro y sin pecado, para que con Cristo fuesen crucificados todos nuestros pecados con Él. Él cargó con nuestros pecados. Y hay que pasar por Él si queremos el camino a Dios Creador.

Así dice la profecía cientos de años antes de que se produjera: Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra árida; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Isaías 53:15)

El amor del Padre se manifiesta en Cristo, como prueba de lo que es Dios capaz de hacer por amor a sus criaturas. Cristo padeció pero ¿y el Padre? ¿Qué del Padre? Profundo misterio que no está al alcance de la mente del humano.  No obstante Él nos creó y nos amó, dándonos libertad para que escogiéramos la senda a seguir. El camino de nuestra concupiscencia… o su camino.

Adán pecó, y del mismo modo que heredamos de él la vida y el ser, también heredamos su pecado y la tendencia a perpetuarlo. Aun eligiendo nosotros la rebelión, Dios nos ama a pesar de esto. Los que amamos a Dios hemos de tener muy presente el concepto y la realidad de que, nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. (Juan 4:19).

Los que lo deprecian, o hasta lo quieren envilecer, deben saber que Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). No es bueno insistir en lo que se sabe, y tampoco confundir la mente de los reluctantes.

Es una pena que carezcan de los mejores dones de Dios pero eso ya no es cosa nuestra. Nosotros sabemos nuestro camino porque Cristo mismo nos lo señaló: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí." (Juan 14:6). ¡Tan simple como eso!

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